La planta producirá sus primeras baterías de iones de litio a finales de año, con una capacidad inicial de 13 GWh, y un coste de unos 800 millones de euros, más de la mitad de los cuales correrán a cargo de los tres accionistas privados y el resto lo pondrán el Estado y las autoridades locales.
El objetivo es alcanzar para 2030 una producción de baterías cercana a los 40 GWh, lo que serviría para alimentar unos 500 mil vehículos al año, con una inversión superior a los dos mil millones de euros y la creación de unos mil 500 empleos directos en una antigua región minera que había sufrido un proceso de desindustrialización.
Con la vista puesta en 2035, fecha límite para la venta de motores de combustión en Europa, Francia está tratando de establecer su autonomía industrial en lo que se refiere a la fabricación de los componentes de los vehículos eléctricos, y que el presidente Emmanuel Macron fijó como objetivo la producción de dos millones de automóviles en Francia de aquí a 2030.
Para ello tres nuevas gigafactorías se irán abriendo en los próximos años, todas ellas en el norte del país, para tomar el relevo a las fábricas de motores de gasolina y diésel y los centros de transmisión manual, y tratar de evitar la dependencia tecnológica de China, principal proveedor de baterías para la industria automovilística mundial.
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