Así lo considera Aleida Fernández, jubilada residente en el capitalino municipio del Cerro, para quien Raúl, como cercanamente lo llaman los cubanos, es un referente obligado por dedicar toda su vida a construir una sociedad mejor.
‘Él se ganó un lugar en el corazón de la gente no solo por sus acciones contra la tiranía de Fulgencio Batista (1952-1958), o por la confianza que Fidel (Castro) le tuvo siempre, sino por la claridad con la que hablaba y la manera con la que enfrentaba los problemas, sin rodeos’, comentó a Prensa Latina.
A Maricela Rodríguez, maestra de primaria en el municipio de Centro Habana, la conmovieron sobremanera las palabras del líder revolucionario en el 8vo. Congreso del Partido Comunista de la isla (PCC), celebrado en abril pasado.
‘Me llenó de admiración el modo en que dejó todos sus cargos y al mismo tiempo reafirmó su lealtad a Cuba, a la obra construida por todos, pero de la que sin duda él es uno de sus protagonistas’, señaló.
Precisamente la modestia es una de las cualidades reconocidas en quien integró la llamada Generación del Centenario, asaltó el cuartel Moncada en Santiago de Cuba, en julio de 1953, e inició junto a su hermano Fidel Castro la lucha que culminó con el triunfo de 1959.
Ese fue uno de los valores que resaltó el primer secretario del Comité Central del PCC, Miguel Díaz-Canel, durante la clausura del más reciente congreso de esa organización.
Tenacidad, elevado sentido del deber y del momento histórico, serenidad, madurez, firmeza revolucionaria y altruismo también acompañaron las palabras que dedicó al General de Ejército.
‘Su liderazgo al frente del país en la última década es colosal’, dijo Díaz-Canel y añadió que se mantendrá como un paradigma para los cubanos su resistencia ante las amenazas y agresiones.
El también presidente de la nación caribeña se refirió a la trayectoria de Raúl Castro, desde las protestas contra el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, hasta los días de la lucha guerrillera.
Asimismo, evocó la creación del II Frente Oriental Frank País y, luego del triunfo revolucionario, los casi 50 años que dirigió el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y todo el tiempo que se desempeñó como segundo secretario del PCC.
Díaz-Canel se detuvo en la labor que desarrolló en la dirección del país (2006-2018), en medio de una difícil coyuntura económica y social, y durante la cual forjó consensos e impulsó ‘profundos y necesarios cambios estructurales y conceptuales’ para la actualización del modelo económico y social cubano.
La renegociación de la deuda nacional, la modificación de la Ley Migratoria, transformaciones en el sector agropecuario, la ampliación de las formas de gestión no estatales, la nueva Ley de Inversión Extranjera y la creación de la Zona Especial de Desarrollo Mariel estuvieron entre los hitos mencionados.
De igual forma, destacó la inteligencia con la cual Raúl Castro logró la liberación de los cinco luchadores antiterroristas cubanos presos en Estados Unidos y dirigió el proceso de conversaciones y negociaciones para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con ese país.
Ponderó sus cualidades como estadista y defensor de la integración latinoamericana, con notas bien altas en el periodo de Cuba como presidenta pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, con la declaración de la región como Zona de Paz.
Al General de Ejército agradeció Díaz-Canel ‘el ejemplo, el empuje, la fuerza y la confianza’, por ser un hombre que recibió todos los reconocimientos sin envanecerse, y un dirigente político que exigió siempre un fuerte vínculo con el pueblo.
Para los cubanos como Aleida Fernández y Maricela Rodríguez, el legado de Raúl Castro es mucho más que la nueva Constitución, es la lealtad y la certeza de que ‘sí se puede’ salir adelante, por duras que sean las dificultades; y esa obra trasciende las nueve décadas que ahora celebra.
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