Tal acontecimiento es considerado aquí una victoria sobre quienes, con el ocultamiento de los cadáveres del Che y sus compañeros de armas en la gesta boliviana, pretendieron silenciar el ejemplo de rebeldía de la Revolución cubana y una muestra de lealtad y gratitud ante el sacrificio del conocido aquí como Guerrillero Heroico.
En las indagaciones que permitieron el descubrimiento participaron geólogos, antropólogos forenses, biólogos, geofísicos, historiadores y otros estudiosos de las ciencias sociales de esta nación, con el apoyo de especialistas extranjeros y de unas 15 instituciones nacionales.
Los trabajos sobre el terreno durante casi dos años, a partir de 1995, permitieron encontrar las osamentas enterradas subrepticiamente por sus verdugos en la parte vieja de la pista de aviación de Vallegrande, poblado boliviano a 240 kilómetros de Santa Cruz.
La ardua tarea, liderada por el doctor en Ciencias Médicas Jorge González, entonces director del Instituto de Medicina Legal de La Habana, tuvo que realizarse aceleradamente por las presiones de quienes pretendieron frustrarla.
Un día después que el Gobierno boliviano diera a los cubanos 48 horas de plazo para terminar, se produjo el hallazgo.
En la mañana del sábado 28 de junio de 1997 se encontraron en una fosa común siete osamentas humanas, a una de ellas le faltaban las manos.
Adherida a esos restos, se halló parte de la chaqueta verde olivo del Che y trozos del cinturón de cuero que llevaba el día que fue asesinado, recordó González sobre el hecho.
Otras evidencias como la prominencia del cráneo y la ausencia del molar superior izquierdo, fueron disipando las dudas. El estudio posterior de ADN confirmó que se trataba del comandante Guevara, apuntó el experto en una entrevista al diario Granma.
El hallazgo fue interpretado en la isla como una proeza que puso de relieve la capacidad científica de esta nación antillana y el compromiso de sus especialistas con el país.
Toda una generación de cubanos quedó marcada por las imágenes de la llegada de los féretros al aeropuerto militar de San Antonio de los Baños y su posterior traslado al mausoleo de la ciudad de Santa Clara, en el centro de Cuba, donde el Che libró una de las más importantes batallas de la guerra de liberación.
Millones de personas han visitado la instalación, que además atesora documentos, fotos y piezas históricas relacionadas con la vida y obra de Guevara. npg/evm