Al pasar revista a los merecimientos para alcanzar esa condición de anfitriona de una de las principales conmemoraciones históricas de Cuba, el 26 de julio, las ediciones 17 y 42, respectivamente, de los eventos regionales antes mencionados devienen momentos trascendentes en el protagonismo de la segunda urbe cubana, al cabo de su aniversario 508 recién cumplido.
El año que transcurre ha sido pródigo en esa ejecutoria de brazos abiertos al mundo, fundamentalmente en el ámbito cultural, de lo cual dieron fe el festival de documentales Santiago Álvarez, con una significativa presencia de cineastas estadounidenses, y de la trova, consagrado al sastre-compositor José (Pepe) Sánchez.
El reconocimiento otorgado por la Unesco a la villa como creativa en la música tuvo también una demostración en el Matamoroson, el jubileo dedicado a homenajear al director del trío homónimo que puso a bailar a una parte del mundo con sus interpretaciones y al género que es Patrimonio Cultural de la nación.
También el bolero, esa vertiente iniciada por Pepe Sánchez con su canción Tristezas, ocupó espacios de privilegio en la programación cultural de la ciudad, donde los días de cine francés trascendieron, al igual que la dramaturgia creada por mujeres con el encuentro La escritura de la diferencia, que juntó a invitadas de varios países.
La Conferencia de la Cultura Africana y Afroamericana sesionó en los primeros días de abril, con el auspicio del Centro Fernando Ortiz y la participación de representantes del cuerpo diplomático de ese continente que se sumaron a académicos de universidades cubanas para actualizar visiones de esa historia y esa actualidad.
De enero a enero vibrará la urbe, primero lo hizo con el Simposio Internacional de Comunicación que desarrolló el Centro de Lingüística Aplicada y la presentación solidaria y emotiva de la cantante española Pilar Boyero, con sus coplas antológicas, y lo hará el próximo día primero del 2024 con los 65 años del triunfo de la Revolución.
rgh/mca