Por aquel entonces, bajo un sol despiadado navegaba por las calmadas aguas del mar Caribe el crucero británico MS Braemar, de la compañía Fred. Olsen Cruise Lines, con 682 pasajeros y 381 tripulantes.
Quizás para muchos era el paseo tropical soñado a lo largo de la vida, otros tal vez repetían la travesía hechizados por la magia de la inigualable belleza que exhibe esta zona del planeta.
Empero una noticia -que quebró la paz del veraneo europeo- corrió de popa a proa, de babor a estribor, y para todos los vacacionistas el final fue el mismo.
En el navío de gran porte cinco personas estaban contagiadas con el virus SARS-CoV-2, causante de la Covid-19; no hay reportes sobre un pánico colectivo, pero de seguro la inquietud se apoderó de los turistas al conocerse que no querían ser recibidos en las islas caribeñas a las cuales se les pidió ayuda.
Finalmente fructificaron las gestiones de Londres y Cuba autorizó por razones humanitarias el atraque del MS Braemar, desde donde sus pasajeros fueron repatriados por vía aérea al Reino Unido.
Durante la operación, calificada de perfecta, los cruceristas fueron trasladados directamente desde el puerto de Mariel hacia el aeropuerto internacional José Martí de La Habana, y en cuatro aviones regresaron a casa.
El éxito que ronda aun sobre la historia del crucero MS Braemar no es casual, tiene un respaldo que va mucho más allá del consabido humanismo de la mayor de las Antillas debido a la experiencia adquirida por Cuba en materia de Control Sanitario Internacional.
El programa de control sanitario del Ministerio de Salud Pública de Cuba (Minsap) está ajustado a nuestra realidad; tiene como misión fundamental minimizar el riesgo de introducción de personas enfermas, microorganismos, vectores y hospederos intermediarios de elementos patógenos que pueden constituir dentro del país un evento de magnitud nacional e internacional.
Su estructura en varias sesiones y capítulos, describe qué función cumple el consultorio del médico y la enfermera de la familia, hasta el nivel municipal, provincial y nacional, explicó a Escáner el jefe del Departamento de Control Sanitario Internacional del Minsap, Carmelo Trujillo.
Tiene un fuerte componente de vigilancia epidemiológica y establece las funciones específicas para este fin con cada uno de los viajeros.
Uno de los nuevos aspectos incorporados al programa vigente, y que estará presente también en la próxima edición, es evitar la exportación de enfermedades, es decir, impedir que una persona traslade una dolencia o sea portadora de algún un mal que pudiera constituir un evento de salud en otra latitud.
PROGRAMAS NACIONAL E INTERNACIONAL
Una cosa es el programa nacional, un instrumento de trabajo muy cubano, y otra cuestión es el Reglamento Sanitario Internacional (RSI), aclaró el experto.
Se trata, agregó, de un convenio firmado por la mayoría de las naciones que integran la Organización Mundial de la Salud (OMS), es vinculante cuando existe un evento sanitario de connotación global y todos los países deben regirse por sus principios.
Surgió a partir de la necesidad global de enfrentar contingencias que afectan en un momento determinado a la humanidad, y de modo general, ante el desarrollo e incremento de los medios de transporte como la aviación, la marina y el rápido flujo de pasajeros entre países.
La primera versión vio la luz en 1969, fue muy limitada pues el control solo estaba establecido para cólera, viruela y paludismo, por citar algunos ejemplos, pero al aparecer nuevas dolencias e incrementarse la velocidad de la transmisión de esos males a nivel mundial, la OMS revisó ese reglamento.
No fue hasta 2005 que apareció otra versión del RSI con un alcance mayor, y del cual Cuba es Estado parte firmante.
Entonces se dispuso de un instrumento más amplio, capaz de enfrentar cualquier evento en materia de salud pública, de importancia natural e internacional que se pudiera presentar.
No todos los países se adscribieron a este documento debido a cuestiones políticas, culturales y sociales, lamentó Trujillo, quien aclaró que el RSI influye, pero no determina en el funcionamiento del programa nacional de control sanitario.
Cuba lo implementó desde 2007, y en ese entonces era vital contar con 13 capacidades básicas, una de ellas enfrentar eventos de salud a nivel de la frontera, y otra dentro de las mismas.
Dicho documento plantea tener capacidades de ingresos, aislamientos, laboratorios para diagnósticos, estructura comunicacional, vigilancia, seguimiento y respuestas.
Es un compromiso del Estado cubano con la OMS la preparación y prevención de eventos sanitarios de importancia global.
Un principio fundamental -puntualizó Trujillo- es no interferir con el comercio y viajes internacionales, sino el respeto a la integridad de las personas y los derechos humanos.
En sus artículos contempla la relación de los Estados partes y firmantes con la OMS, contar con un centro nacional de enlace, una institución que vincule los diferentes sectores de un país con ese organismo y la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
En América latina, los 35 países que pertenecen a la OPS están adscritos al reglamento, y como tal tratan de cumplir año tras año con las capacidades básicas necesarias para implementarlo y hacerlo funcionar.
Los esfuerzos por tratar de cumplir con estas capacidades básicas para implementar el RSI es un reto, ya que se deben desarrollar de forma coordinada en pos de dar respuesta a un evento de salud pública como nación, enfatizó Trujillo.
Durante la pandemia del virus SARS-CoV-2, causante de la Covid-19, muchos países de la región estaban muy desprotegidos, y ahí fue cuando se vieron las deficiencias e insuficiencias de este instrumento internacional.
A raíz de la Covid-19, se hicieron propuestas de enmienda desde diferentes latitudes, y está en marcha un proceso para incluirlas y así mejorar las capacidades básicas de las naciones para enfrentar grandes epidemias y pandemias.
Paralelamente, el mundo está en una misma línea para crear un mecanismo de enfrentamiento a las pandemias, el cual se denomina Instrumento Gubernamental de Negociación, de cara a concertar un convenio internacional que ayude a combatir futuros eventos epidemiológicos.
Queda también por decidir cuál de los dos esquemas quedará, si el Reglamento Internacional Sanitario o el Convenio del Tratado Internacional para el Enfrentamiento y la Prevención, Preparación y Respuestas a Pandemias.
Este último busca crear un fondo para acometer su objetivo, aunque aún no se sabe cuánto sería el aporte y como novedad, cada Estado firmante tendría que cumplir 18 requisitos.
La Covid -19 demostró que en muchos casos no se cumplían principios como equidad, coordinación, cooperación y respeto a los derechos humanos, subrayó Trujillo.
CUBA CON ADECUADA TECNOLOGÍA
Hoy Cuba, en el marco del Programa de Control Sanitario Internacional, tiene 24 puntos de entradas de viajeros, divididos en 10 aeropuertos, siete puertos e igual números de marinas.
Todos tienen adecuada tecnología y expertos entrenados para evitar la introducción de enfermedades, además de aplicar otras medidas con ese fin, sin ralentizar el tráfico en fronteras.
Los escáner de temperatura hacen la lectura sin hacer contacto físico con el pasajero, de captarse viajeros con fiebre se le hace una segunda comprobación y se le lleva a una sala de aislamiento temporal habilitada con cama, camilla y sillones de rueda, entre otros medios para la atención.
Tras sacar a la persona del flujo se le encuesta y en función de los signos y síntomas que detecte el médico, el próximo paso es aplicar el protocolo establecido para evitar que se introduzca en la isla una enfermedad emergente o reemergente.
Toda dolencia descubierta en frontera deberá ser seguida por el control sanitario internacional.
En los puertos tenemos otra manera de trabajar teniendo en cuenta sus características: se hace abordaje y despacho a bordo de la embarcación, y en las marinas se puede hacer a bordo del bote o en un punto previsto para esta tarea. Siempre buscando elementos que pudieran crear un evento sanitario.
Existe un registro de información del viajero informatizado que permite estar actualizado, gracias a la empresa de Desarrollo de Aplicaciones Tecnologías y Sistemas Datys.
Participan en estas acciones la Aduana General de República, el Ministerio de Transporte, la Dirección General de Identificación e Inmigración y Extranjería y Salud Pública, y ya el visitante llena un formulario de manera on line y no tiene que escribir documento alguno a su llegada.
El viajero escribe los datos solicitados por las autoridades competentes y al llegar a frontera a través de un código QR los introduce al sistema que tiene alcance nacional; se ve casi en tiempo real quien arribó al país y hacia dónde se dirige, su objetivo en la nación y la declaración sobre si tuvo una enfermedad o estuvo recientemente en otro Estado, resaltó Trujillo.
El software está conectado a varias bases de datos y permite hacer un análisis muy amplio del viajero, por ejemplo, saber cuántas veces entró a Cuba, provincias de destino, las vacunas con que fue inmunizado y su historial de viajes.
Toda esta información solamente tiene un interés sanitario, nadie puede manipularla, pasa a la provincia, los municipios, a las policlínicas y finalmente al médico de la familia.
También se puede saber qué visitante fue para su residencia y quién está hospedado en un hotel o casa de renta, incluso conocer su status migratorio.
Actualmente la mayor de las Antillas mantiene una estricta vigilancia sobre eventos de salud pública internacionales, en primer lugar la Covid-19, la Mpox (viruela símica), cólera y fiebre de Marburgo, entre otros.
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