Desde el primer caso contabilizado en Wuhan, China, hasta a mediados de junio de 2023, casi 768 millones de personas en el mundo resultaron contagiadas con la mortal dolencia y por causas asociadas a la enfermedad murieron casi siete millones, según datos de la OMS.
Naciones del Sudeste Asiático estuvieron entre las primeras afectadas con la mortal enfermedad, con casos reportados en enero de 2020 en Tailandia, Vietnam, Malasia, Camboya, Singapur y Filipinas, y hasta la fecha se han notificado más de 35 millones de enfermos.
Mientras que China e India arrojan por detrás de Estados Unidos, la mayor cantidad de contagios detectados con 99 millones 285 mil 177 y 44 millones 993 mil 543, respectivamente.
La región asiática, política, cultural y socioeconómicamente diversa, es propensa a los desastres naturales, tiene áreas pobladas con densidad y una alta carga de enfermedades debido sobre todo a factores socioeconómicos y ambientales.
En el último siglo enfrentó brotes virales con un gran impacto sanitario y económico, como los de la influenza aviar altamente patógena (H5N1) y el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS).
Datos de la oficina regional de la Organización Mundial de la Salud refieren que desde 2022 se registra en Indonesia un incremento del sarampión con respecto a los años precedentes y que en Nepal, a inicios de año, hubo un aumento de la dolencia en la ciudad submetropolitana de Nepalgunj, en el distrito de Banke.
Los brotes de infección por el virus de Nipah son estacionales en Bangladesh, y los casos suelen producirse entre diciembre y mayo; desde el primer reporte en 2001, el número de enfermos anualmente llegó a 67.
Sin embargo, desde el 4 de enero hasta el 13 de febrero de 2023, se detectaron 11 casos, incluidas ocho muertes en dos divisiones de esa nación asiática, publicó la fuente.
Causas que condicionan
El crecimiento poblacional, el aumento de la deforestación y el impacto del cambio climático, entre otros factores, influyen en la aparición y reemergencia de dolencias infecciosas en Asia.
Entre los 10 países más poblados del mundo, cinco son asiáticos, India y China encabezan casi con paridad la lista, y les siguen Estados Unidos, Indonesia, Pakistán, Brasil, Nigeria, Bangladesh, Rusia y México, en ese orden.
Asimismo, la mitad de la población de las naciones del Sudeste Asiático, que representa un 8,6 por ciento del total del planeta, vive en áreas urbanas, y se espera que supere el 70 por ciento para 2050.
La deforestación es un problema apremiante en toda la región. Al menos el 1,2 por ciento de los bosques se pierden cada año por la tala indiscriminada, fundamentalmente, y se prevé que más del 40 por ciento del área total de superficie boscosa podría desaparecer en 2100.
En 2016, Indonesia sufrió un incendio masivo que acabó con el 30 por ciento de la cobertura arbórea.
Al mismo tiempo, prosigue la caza furtiva e indiscriminada de animales salvajes, los cuales son secuestrados de su hábitat natural a través del comercio legal e ilegal para intercambiarlos por artículos de colección, alimentos o servirlos como comida.
Para ilustrar, se incautaron más de tres mil partes y productos del ave cálao de yelmo en peligro de extinción, principalmente en Indonesia entre 2010 y 2019, más de 96 mil kilogramos de escamas de pangolín en Malasia, Singapur y Vietnam entre 2017 y 2019, y 45 mil aves vivas en Indonesia en 2018 y 2019.
Asimismo, la región es una de las más vulnerables en cuanto a los efectos del cambio climático ya que enfrenta tendencias de calentamiento y una posible alteración del patrón del monzón del sur de Asia.
Estos cambios se atribuyen principalmente al uso de combustibles fósiles, la deforestación y las prácticas agrícolas desordenadas.
Debido a ello, las temperaturas anuales aumentaron alrededor de 0,6 grados Celsius por década durante los últimos 100 años, y los fenómenos meteorológicos como las intensas lluvias y las tormentas, se incrementaron en número e intensidad.
Según el informe del índice de riesgo mundial de 2022, Filipinas, Indonesia, Myanmar y Vietnam tienen el peligro de desastre estimado más alto (64), mientras que según el riesgo climático a largo plazo en el índice entre 2000 y 2019, Myanmar fue el país más afectado en el Sureste Asiático y el segundo en el mundo.
De hecho, en mayo pasado el impacto en Myanmar del ciclón Mocha, considerado uno de los más fuertes de este siglo en golpear la bahía de Bengala, ocasionó la muerte de al menos 460 personas y cientos de desaparecidos, en su mayoría de los refugiados Roghynyas, de acuerdo con las autoridades.
En 2008 el ciclón Nargis fue el peor desastre natural jamás registrado en el país, al menos el segundo más mortífero a nivel mundial, responsable de 140 mil muertes y destrucciones catastróficas.
Servicios de Salud, nunca son suficientes
Atendiendo a las experiencias con brotes infecciosos previos a la Covid-19, la OMS priorizó el fortalecimiento de la preparación y respuesta ante emergencias de salud en la región mediante programas como el Regional de Prioridades de 2014, respaldado por los Estados Miembros de la Región en una declaración firmada en Delhi, durante la 72 sesión del Comité de la OMS para el Sudeste Asiático.
En la cita acordaron un plan estratégico hasta 2023 para lograr avanzar hacia ese objetivo y en consonancia con los esfuerzos crearon como guía el marco estratégico birregional, la Estrategia de Asia y el Pacífico para Enfermedades Emergentes y Emergencias de Salud Pública.
Es decir, se destinaron esfuerzos para el fortalecimiento de los sistemas sanitarios de las naciones del Sudeste Asiático, con la cooperación multisectorial entre las organizaciones internacionales, las autoridades gubernamentales y otros actores que inciden en el sector.
Sin embargo, la pandemia de la Covid-19 expuso las brechas de larga data en el sistema de salud y las desigualdades exacerbadas. Incluso los países con recursos relativamente aceptables en la región y a nivel internacional se debilitaron en cuanto a infraestructura, recursos humanos y acceso a productos médicos, entre otros temas.
También reveló que el nivel de preparación no fue suficiente para manejar con eficacia una emergencia de salud tan grave y la necesidad de sistemas regionales y nacionales sostenibles en constante desarrollo con una visión a largo plazo.
Los servicios de salud lograron recuperarse a través de importantes proyectos de innovación; sin embargo, es necesario aprovechar esos esfuerzos para hacerlos sostenibles con una rápida capacidad de respuesta ante emergencias.
Esto puntualizó la oficina regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el artículo Aprendiendo de la respuesta de Covid-19 a fortalecer la seguridad sanitaria y los sistemas de salud resilientes.
Desde la India, a propósito de la presidencia de ese país del G20, ministros de salud y expertos coordinaron ideas de acciones en función de la prevención, preparación y respuesta ante emergencias de salud en la región.
Los delegados enfatizaron la importancia de fortalecer la cooperación en el sector farmacéutico con un enfoque en el acceso y la necesidad de crear contramedidas médicas seguras, efectivas, de calidad y asequibles.
Abogaron por innovaciones y soluciones de salud digital para ayudar a la cobertura universal de salud, mejorar la prestación de servicios de atención médica en el Sur global y e intentar cerrar de una vez la puerta de entrada al enemigo silencioso de la humanidad.
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