FotosPL: Raúl García Álvarez
René Cuba, jefe del Colectivo de Conservación, explicó a Prensa Latina que labora “como técnico en proyectos de flora amenazada, mamíferos y aves endémicas”.
Detalló que entre las especies amenazadas está el ébano carbonero, el dagame, el sabicú, el yayabacaná, el helecho trepador y el zapote culebra, este último de la familia del llamado popularmente canistel. Unas son maderables y otras frutales.
Hay una Estación Biológica y al pequeño puente le instalamos una iluminación tenue para evitar alterar el hábitat de las aves, indicó.
Aquí abundan el tocororo, ave nacional en la cual sobresalen el rojo, azul y blanco -los colores de la bandera cubana-, el cartacuba, el arriero, el zunzún y el zorzal real.
Como profundo conocedor del tema apuntó que en este paradisíaco lugar “Hay una fuente de alimentos importante para las aves migratorias, atraídas en particular por la fruta del ponasí. Hemos tenido incluso la visita de la corúa y la marbella, aves de mar”.
Habla con entusiasmo del proyecto internacional Cobimas (Conservación de la Biodiversidad y Manejo Agrícola Sostenible) que según sus propias palabras “nos ha enseñado sobre el cultivo y propiedades de las anonáceas, que casi estaban extinguidas”.
“Entre las anonáceas figuran los anones y las chirimoyas. Se ha hecho un hábito cultivarlas y cómo manejarlas, así como la práctica con la melipona –abejas melíferas sin aguijón- y que está en su hábitat natural para hacerle un manejo”, añadió.
“Estamos propagando también, a través de este proyecto la guanábana cimarrona”, agregó.
Rancho Querete cuenta con cuatro habitaciones y una de las señalizaciones anuncia que desde ese punto hasta la Cueva de Valdés, siguiendo el sendero, hay alrededor de 672 metros.
También narra con interés lo relativo al sendero Solapas de Genaro “donde el agua tiene una tonalidad azul, porque tiene mucho carbonato de calcio” y se refiere a las cavidades artificiales diseminadas en Rancho Querete, específicamente para los tocororos.
“Tenemos un microvivero con especies de interés como el cedro, la majagua, el dagame y el zapote culebra, entre otras”, dijo.
Manifestó que están en estos momentos preparando cajas de madera con determinadas condiciones para las abejas meliponas, que en Cuba son conocidas como abejas de la tierra y cuya miel es apreciada por sus valores terapéuticos.
Es importante protegerlas fundamentalmente de las santanicas, pequeña hormiga, para lograr su supervivencia, comentó.
Acerca de los proyectos que benefician a esta zona resaltó el de Conectando Paisajes, el cual ya concluyó, y es la forma abreviada de Un enfoque paisajístico para conservar ecosistemas montañosos amenazados.
“Respetamos la carga de personas que admite el lugar para garantizar la preservación de este paraje natural”, puntualizó.
Por su parte, Luis Alberto Pérez, guía especializado, narra sus vivencias en este periodo en el “que hemos atendido más de 10 grupos, entre febrero y lo que va de año”.
“Trabajo en Flora y Fauna desde el 2001, soy graduado de lengua inglesa, por lo que llevo más de 20 años en esta empresa y aquí en el transcurso del tiempo he visto mis sueños hechos realidad”, enfatizó.
“Participamos en el safari, observación de aves, cabalgatas, senderismo y trekking o caminatas largas, esta última actividad física en dependencia de lo que soliciten los clientes, pero trabajé antes en los proyectos de conservación en manejo de cavidades y flora amenazada, entre otros”, precisó.
Los visitantes parten de Rancho Querete con el deseo de volver y el recuento abarca a Carlos Yelliam García, jefe del Colectivo de Turismo, presto a que el cliente se marche complacido por la atención recibida, incluidas las deliciosas ofertas gastronómicas.
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