El evento fue organizado por el Ministerio de Cultura y varias entidades civiles e incluyó actividades musicales, deportivas, artísticas y patrimoniales que recuerdan los rituales de esta industria tradicional.
El festival se realizó en el patio interior de las ruinas de la histórica fábrica de seda construida en 1855, y al principio de cada actividad se tocaban las campanas que los pobladores solían escuchar para anunciar el inicio de la jornada laboral.
Varios coros interpretaron piezas musicales nacionales y de los países por donde pasa la Ruta de la Seda, desde China hasta Siria, mientras 80 niños protagonizaron un maratón deportivo y espectáculos de gimnasia.
También, se exhibieron productos hechos de la seda y decenas de obras artísticas hechas de capullos de gusanos de seda.
El director del festival, Wael Sabbagh, dijo a la prensa que la seda y la mora siguen en la memoria de la gente de la zona porque simboliza una etapa de su historia.
Mientras los presentes aseguraron que “a pesar de la guerra y las penurias que enfrenta Siria, su pueblo no deja de difundir mensajes de esperanza y de hacer cosas que desafían el dolor con la alegría».
mem/fm