Por Roberto F. Campos
De la redacción de Economía de Prensa Latina
Se trata de una elevación en el oriente del país, a la cual acceden viajeros canadienses y europeos, en especial, quienes, junto a los cubanos, están interesados en comprender mejor la lucha revolucionaria.
Lo adicional de ese mausoleo y promontorio consiste en que allí descansan los restos del comandante guerrillero Juan Almeida (1927-2009), uno de los más cercanos colaboradores del líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, (1926-2016) y otros héroes y mártires del proceso por la independencia de la nación caribeña.
El mausoleo a los Héroes del III Frente Doctor Mario Muñoz Monroy, está en un lugar muy alejado, y bello a la vez, en la Sierra Maestra, en escenarios de guerra de 1956 hasta el triunfo de la rebelión contra la dictadura en 1959, explica la guía Dorisbel Ramos.
HISTORIAS A CADA PASO
La especialista comenta que cada día visitan el lugar más extranjeros, muchos de paso en caminatas de cara al turismo de naturaleza y otros en busca de detalles de las principales figuras de este país.
Relata que el lugar era un potrero, propiedad de Rafael Cruz que pasa al Estado cubano debido a la reforma agraria de 1963.
Su relevancia data del 26 de Julio de 1957, cuando miembros del movimiento rebelde con base en el poblado cercano de Maffo, burlan a los soldados e izan su bandera con un madero de guásima (árbol de la región).
Ese símbolo del movimiento 26 de Julio lo trasladó una mujer, Esperanza Cabrera, junto a su hermano Reineris, y ondeó sobre 155 metros de altura respecto al nivel del mar.
Con posterioridad, el lugar se convirtió en centro de mando guerrillero, al frente del cual estuvo Almeida, y allí -en el aniversario 25 de la creación de ese frente (6 de marzo de 1958)- se levantó el conjunto escultórico creado por el artista Evelio Leucoris.
Leucoris empleó la técnica de molde de cinco figuras en representación de la vida en la Sierra Maestra, con dos siluetas que miran hacia atrás para simbolizar una retaguardia siempre protegida.
Además, dos guerrilleros se sujetan hacia el frente para simbolizar a los hermanos Víctor y Onelio Díaz, muerto uno de ellos en el intento de auxiliar al otro en un combate el 4 de junio de 1958, mientras la quinta figura erguida marca los ideales revolucionarios.
El monumento lleva dos banderas: la cubana y la del 26 de Julio, en alusión a la que se izó allí.
A los pies de la escultura está un recinto funerario, donde guardan los restos de los combatientes de ese frente y las mujeres que colaboraron en el empeño.
Los constructores conservaron el entorno natural como homenaje adicional a la vegetación y la geografía de la zona, con plantas de café y flores.
Como parte del conjunto escultórico, figuran seis palmas reales, árbol nacional cubano, para regular la luz y sombra, e indican igual número de departamentos en los que se dividía en ese entonces (luego de 1976 cambió hasta el presente con 15 provincias y un municipio especial).
Hasta el monumento principal hay 23 peldaños, a ambos lados, con flores de Califa roja en símbolo de la sangre, en una escalera ondulante para simular el recorrido de esa sangre en la tierra.
Como nota curiosa, en el soterrado dedicado a las mujeres, descansan los restos de Apellinaría Bisset, de origen haitiano, quien entregó todas sus pertenencias a Almeida, en reconocimiento a su causa.
En el conjunto destaca una llama eterna que, según la guía, es única en el país por su forma y estructura.
La colina que honra a mártires y héroes de la Revolución cubana, se ubica frente al pueblo Cruces de los Baños, donde antes de 1959 solo había ocho casas, un lugar para peleas de gallos, un almacén de café y un bar.
En la actualidad, es el poblado cabecera del municipio III Frente, con ocho consejos populares y cerca de 300 mil habitantes.
Ese poblado se nombró Cruce de los Baños por el trasiego de viajeros hacia otra localidad con surtidores de aguas medicinales llamada San Fermín.
Con esas historias, el promontorio del III Frente cada día tiene más atractivos por la posibilidad de dialogar con los campesinos de la zona y conocer un escenario, en el cual convergen historia y naturaleza.
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