Su impronta sigue marcando, a siete años de su fallecimiento, los esfuerzos del país por consolidar su soberanía e independencia, y el perfeccionamiento permanente del sistema socialista, frente a la hostilidad de Estados Unidos, y el recrudecimiento del bloqueo que le impone esa potencia desde hace más de 60 años.
A su entrada a La Habana el 8 de enero de 1959, encabezando las fuerzas rebeldes vencedoras de la dictadura de Fulgencio Batista (1952-1959), Fidel Castro era ya una leyenda viva, y se erigió desde entonces en paradigma de revolucionario latinoamericano y mundial.
Su sagacidad política, prestigio, y vocación solidaria, latinoamericanista y tercermundista, le permitió liderar durante casi cinco décadas la resistencia cubana frente al imperio más poderoso de la historia, y situarse en el centro de los acontecimientos que marcaron al orbe en el pasado siglo.
Dirigió personalmente, entre otras batallas militares y políticas, la victoria del pueblo cubano sobre la agresión mercenaria en Playa Girón (Bahía de Cochinos, 1961), y su prestigio creció en 1962, durante la Crisis de Octubre, o Crisis de los Misiles, cuando, según el guerrillero argentino cubano Ernesto Che Guevara, brilló como pocas veces lo hizo un estadista.
También son reconocidos sus aportes al fortalecimiento de las fuerzas de izquierda en Latinoamérica y el resto del planeta, su contribución a las luchas anticolonialistas en África, a la derrota del Apartheid en Sudáfrica, y a la unidad de las naciones del llamado Tercer Mundo, entre otras causas redentoras que signaron el siglo XX.
De acuerdo con Abdelaziz Bouteflika, presidente de Argelia desde 1999 a 2019, Fidel poseyó la rara facultad de viajar al futuro, para luego regresar a contarlo, y –afirmó- “tendrá sin duda el mérito de ser incluido en el panteón de los pocos hombres que fueron a la vez precursores y actores dinámicos que diseñaron la marcha de nuestro mundo”.
Para su hermano de sangre, armas e ideales, el general de ejército Raúl Castro, Fidel fue el más preclaro hijo de Cuba en el siglo XX, “aquel que nos demostró que sí se podía intentar la conquista del Cuartel Moncada; que sí se podía convertir aquel revés en victoria”.
Ese es el Fidel invicto que sigue convocando a los cubanos con su ejemplo y con la demostración de que sí se puede y se podrá superar cualquier obstáculo, amenaza o turbulencia en nuestro firme empeño de construir el socialismo en Cuba, o lo que es lo mismo, garantizar la independencia y la soberanía de la patria, expresó en esa ocasión.
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