La dolorosa página de terrorismo de Estado por parte de la dictadura militar en la nación sudamericana (1976-1983) cobró la vida de Jesús Cejas Arias y Crescencio Galañena Hernández, víctimas de una política de terror dirigida por el gobierno de Estados Unidos contra líderes políticos, guerrilleros y ciudadanos opuestos a los regímenes castrenses en Latinoamérica.
«Ser fieles a la Revolución cubana es nuestra mejor manera de rendirles tributo», dijo en Twitter el titular de Exteriores de la isla caribeña. Asimismo en Buenos Aires, trabajadores y diplomáticos cubanos recordaron hoy a sus connacionanales vilmente asesinados en esta fecha.
De acuerdo con reportes de la prensa, las víctimas fueron secuestradas por un grupo de tarea del régimen, a unos pasos de la embajada cubana, y más tarde asesinados en el centro clandestino de detención y tortura Automotores Orletti, uno de varios que funcionaron como lugares de exterminio.
Casi cuatro décadas después, en junio de 2012, fueron hallados los restos de Galañena en un tanque metálico de 200 litros relleno con cemento, en un predio abandonado de la localidad bonaerense de Virreyes.
Un año más tarde fueron encontrados los de su compañero.
Como parte de su política de dominación, Estados Unidos llenó de dictaduras el Cono Sur durante la segunda mitad del siglo XX y provocó un genocidio en Argentina y Nuestra América.
Según la intelectual Stella Calloni, la Operación Cóndor fue la táctica de contrainsurgencia más conocida pues sobresalió por la selectividad de sus víctimas, entre las que se encontraban importantes dirigentes políticos y los jefes de las guerrillas surgidas como único camino ante la sumisión y el terror que producían los golpes de Estado y las políticas de saqueo y despojo en la región.
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