FotosPL: Raúl García Álvarez
La Habana y Trinidad fueron las primeras localidades cubanas en ingresar a la Red de Ciudades Creativas de la Organización de la Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), en este último caso vinculado a la artesanía y las artes populares.
Un año antes, en 2018, Trinidad recibía la condición de Ciudad Artesanal del Mundo, mientras sigue siendo clasificada como uno de los más importantes destinos turísticos del país.
Fundada en enero de 1514, la tercera villa de Cuba, es catalogada como una de las urbes mejor conservadas de América, donde prevalecen las calles de piedra, los techos de barro rojo, patios interiores, mansiones convertidas en museos…
El ojo aguzado del fotógrafo capta la mejor instantánea de una ciudad para algunos detenida en el tiempo pero que vibra con el arte, la impetuosidad de los bailes que hablan de los ancestros africanos, las tonadas trinitarias, plazas, leyendas y un pueblo que ama y crea.
Junto al Valle de los Ingenios -con altos valores patrimoniales e históricos relacionados con la producción azucarera- fue declarada por la Unesco, en 1988, Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Es el valle un elemento eminentemente paisajístico, donde otrora la mano esclava regó con su sudor los verdes cañaverales y sufrió los rigores del látigo y la humillación para que sus dueños construyeran hermosos palacetes y vivieran una vida de lujos.
Conocida como la Ciudad Museo del Caribe y fundada por el Adelantado Diego Velázquez de Cuéllar, fue visitada por el sabio alemán Alejandro de Humboldt y sus costas admiradas por el mismo Cristóbal Colón en su recorrido exploratorio.
Esta tierra de reconocidos alfareros halla en el barro rojo un material moldeable de donde salen hermosas piezas, en tanto el embrujo que emana de ella cautiva a lugareños y visitantes tanto por su arquitectura como por sus playas, pozas y saltos o cascadas.
El arte de la alfarería late en la familia Santander, donde los sonajeros se llevan las palmas, en tanto en otras siguen vivas las manualidades de antaño exhibidas en servilletas, tapetes y manteles, confeccionados con técnicas de la aguja o tejidos a crochet.
Bajo el eslogan Nuestra ciudad, nuestra esencia se diseñó el programa de actividades que inició en julio pasado y se extenderá hasta enero de 2024, fecha en que la urbe patrimonial, una joya arquitectónica, festeja su cumpleaños 510.
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