Las coincidencias entre ambos no se limitan al día de sus natalicios, pues sus pensamientos y acción en siglos diferentes los sitúan como ejemplos de valor personal, honestidad, sentido de la solidaridad y compromiso con las causas libertarias de Cuba y América Latina.
De ellos el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, expresó: Si uno (Maceo) afirmó que quien intentara apropiarse de Cuba recogería el polvo de su suelo anegado en sangre si no perecía en la lucha, el otro (Che) anegó con su sangre el suelo de Bolivia tratando de impedir que el imperio se apoderara de América.
‘Ambos fueron invasores de Oriente a Occidente; ambos murieron en combate; ambos son hoy símbolos insuperables de valor e intransigencia revolucionaria’, subrayó.
Según historiadores, ambos combatientes nutrieron sus convicciones libertarias y voluntades de redención patriótica en sus recorridos por naciones de América Latina, Maceo obligado por las circunstancias del exilio, y el Che por su afán de conocimientos sobre la realidad latinoamericana.
Si el Titán de Bronce, como es conocido Maceo, desplegó sus excepcionales cualidades como estratega militar durante la invasión del oriente al occidente de la isla en 1895, el combatiente argentino cubano reeditó esa hazaña a finales de 1958 durante la última etapa insurreccional.
Son considerados aquí referentes para una nación que aún enfrenta amenazas a su derecho a la autodeterminación y soberanía.
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