La Red Hemisférica de reservas de Aves Playeras alerta de la vulnerabilidad de estas especies que realizan largas migraciones y dependen de hábitats específicos y fuentes de alimentos para sobrevivir, recursos cada vez más amenazados por la perturbación humana, la pérdida y degradación de hábitats, la sobreexplotación, la depredación y el cambio climático.
Es preciso proteger su hábitat y sus rutas migratorias, pues en las últimas décadas mermaron sus poblaciones.
Se trata de aves acuáticas y migratorias del orden Charadriiformes que se encuentran en dunas, playas de arena, humedales costeros e interiores, pastizales y otros hábitats, que son afectados por factores como la contaminación ambiental, la afluencia vehicular en zonas de nidificación, las actividades recreativas y el acecho de animales a sus nidos.
Las aves playeras se caracterizan por recorrer grandes distancias, provenientes de varias partes del mundo, y generalmente realizan dos movimientos migratorios anuales: en otoño hacia el sur para llegar a sus áreas de invernada y hacia el norte en primavera para la temporada reproductora.
Se estima la existencia de unas 217 especies de aves migratorias y residentes y en general son uno de los grupos más variados en forma y tamaño, y también actúan como indicadores de cambios ambientales.
Sus características físicas son los dedos largos, que le otorgan estabilidad y equilibrio sobre sustratos blandos; patas largas y delgadas, para caminar en la arena, el lodo y en aguas poco profundas, así como picos alargados, para buscar alimento en el lodo y en el agua.
El plumaje moteado les permite camuflajearse y esconderse de depredadores, y gracias a sus largas plumas primarias pueden volar a gran velocidad.
Algunas de las especies más conocidas de aves playeras son la Gaviota común (larus canus), la Gaviota del Pacífico (larus pacificus) y el Alcatraz común (morus bassanus).
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