El estudio señaló que, en el último año, la mitad de los encuestados habían llevado a cabo fuertes recortes en partidas como la ropa y las actividades de ocio, mientras que uno de cada tres sumaba además la reducción en la factura de la calefacción, los desplazamientos en coche y en la compra de alimentos y productos de limpieza.
Entre quienes señalaron los gastos de alimentación como la principal partida afectada, se citaron medidas como elegir alimentos más baratos, renunciar a la carne o al pescado, eliminar los platos precocinados, o comprar frutas y verduras de temporada.
Más de siete de cada 10 encuestados aseguraron comer menos carne y/o pescado (74 por ciento) o nada entre comidas (68), mientras que seis de cada 10 consumen alimentos más baratos, como pasta y arroz, o comen menos en cada comida (56 por ciento).
Por último, casi un tercio (31 por ciento) afirmó que se salta comidas, o que está dispuesto a hacerlo, sobre todo entre las personas de los grupos de ingresos más bajos y los hogares más modestos (47), y también entre los menores de 25 años (48 por ciento).
En consecuencia, “la proporción de quienes han decidido comer menos o a precios más bajos podría aumentar del 29 al 79 por ciento”, según señaló el sondeo.
Además, buena parte de los participantes en el sondeo se mostraron dispuestos a considerar otras formas de ahorro, sobre todo en las compras de segunda mano o la renegociación de contratos (seguros, teléfono, internet, etc.).
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