A través de una declaración publicada en su sitio web, el Ministerio de Relaciones Exteriores del país caribeño manifestó que Estados Unido debe cumplir con lo estipulado en la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas.
Dicho acuerdo establece la obligación especial de la nación norteña, como Estado receptor, de adoptar todas las medidas adecuadas para proteger los locales de la misión contra toda intrusión o daño y evitar que se turbe la tranquilidad del personal o se atente contra su dignidad.
La cancillería advirtió sobre el mensaje que se traslada respecto a la actitud del gobierno estadounidense frente a amenazas de este tipo contra la sede diplomática cubana, así como contra las de otros países en la ciudad de Washington.
Alertó, además, ante el uso con dobles raseros del supuesto compromiso del gobierno estadounidense contra el terrorismo.
En horas de la noche del 24 de septiembre, se produjo un ataque terrorista contra las instalaciones de la embajada de Cuba en Estados Unidos, cuando un individuo lanzó desde la acera dos cocteles Molotov sobre la cerca perimetral de la instalación, los que impactaron en la pared frontal de esa misión diplomática.
El ataque no provocó daños al personal que se encontraba en la sede y a solicitud de la misión diplomática cubana, oficiales del Servicio Secreto estadounidense se presentaron en la embajada y tuvieron acceso a sus instalaciones para constatar la acción violenta perpetrada.
De acuerdo con el Ministerio de Relaciones Exteriores, los grupos anticubanos acuden al terrorismo ante la bancarrota moral de su odio contra Cuba y la impunidad que creen disfrutar.
De manera regular, en los intercambios oficiales que sostiene la embajada con el Departamento de Estado, se ha alertado que la conducta permisiva de las agencias de cumplimiento de la ley de los Estados Unidos frente acciones violentas pueden estimular la comisión de hechos de esta naturaleza, detalla la declaración.
Este es el segundo ataque violento contra la sede diplomática cubana en Washington, desde abril de 2020.
En esa ocasión, un individuo de origen cubano, parado en plena calle de la capital estadounidense y haciendo uso de un fusil de asalto, disparó en ráfaga treinta cartuchos contra el edificio.
Aunque no hubo lesiones al personal que se encontraba dentro del edificio, el ataque provocó perjuicios materiales de consideración.
Al cabo de tres años, el comisor del hecho aún espera ser juzgado y el gobierno de los Estados Unidos ha rehusado calificar el hecho como un acto terrorista.
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