Según Roberto Vitlloch, director de la Oficina del Conservador de la cuarta villa cubana – el próximo año cumple 510 años de fundada-, esos excelentes rasgos del parroquiano se dan por naturalidad, de la interrelación cultural y de modismos locales que han trascendido por generaciones.
En diálogo con Prensa Latina valoró como primer tránsito del amor por la patria chica, de las cualidades de sus tierras, de su río Yayabo, las calles empedradas, sus construcciones, la religión, lo ofrecen la música, los repentistas, y la literatura.
Cuando se repasa la historia de Cuba, comentó, tenemos a inicios del siglo XVII la primera señal de nuestra literatura con Espejo de Paciencia, del escribano Silvestre de Balboa, de Puerto Príncipe (Camagüey), poesía épica donde asigna a nuestra naturaleza un valor simbólico nuevo en función de un sentimiento autóctono insular.
Mientras en Sancti Spíritus con anterioridad la música del campo entre religiosos, ateos y emigrantes negros se emplea como arma de lucha y crítica contra la dominación española, deploran el ruin tratamiento, limitaciones y censuras aplicadas por la corona.
Estima que el punto cubano o guajiro nace en los campos en el siglo XVII, la emigración de Las Afortunadas puebla los campos y se integra a la familia de la creación universal, al ser declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
La música campesina constituye junto al aporte de la tradiciones de migrantes -negros y chinos- base fundamental de la cultura, con fuertes raíces en la provincia, afirma el destacado investigador.
Para Raúl Herrera, con una vasta obra poética, la cultura popular y de tradiciones es el verdadero sentir de los pueblos y su origen, la estima poética de la revelación, de la exigencia, nostalgia, sueños, realidades y enseñanzas sociales.
Con los tiempos, reflexionó, se unió la trova con sus novedades poéticas uno de los géneros más promovidos en la tierra del Yayabo, cuyo éxito alcanzó esplendor con piezas de reconocido prestigio internacional, como Pensamiento, de Rafael Gómez Mayea (Teofilito) -considerada el Himno de Amor de la trova espirituana- y Mujer Perjura, de Miguel Companioni.
Para Herrera el poeta natural se forja escuchando las tonadas de sus padres, amigos, y tiene en Sancti Spíritus un cantera de jóvenes repentistas para dar continuidad a una décima popular que nos llegó de las islas canarias.
En un recital del vocalista Raúl Palmero (1952-2021) dijo a los presentes que la primera canción dedicada a Sancti Spíritus la llamaban Himno de los espirituanos, compuesta en 1939 por el alcalde y doctor Rafael Nicolás Solano.
Otra canción emblemática es A Sancti Spíritus, del cabaiguanense Arturo Alonso, escrita en 1953 y popularizada por Barbarito Diez. Así como Cuatro siglos y medio de Teofilito.
También trascienden Homenaje a Sancti Spíritus, de Lourdes Caro y María del Rosario Basso, y Mi Santilé cómo está, de Lázaro Cardoso.
En este sentido las culturas populares se hacen más fuertes por el vínculo estrecho que se mantiene entre todas. La necesidad de crear condiciones máximas para su desarrollo y salvaguarda, es merecida tarea de todos.
Estos apuntes muestran como la villa del Yayabo es una potencia del saber, con obras de binomios autorales, de poetas y de compositores, que han logrado ser llevados al pentagrama y colocan a esta central provincia cubana en diversos lugares del mundo.
mem/rga