Parte de sus 13 kilómetros de longitud serán protagonistas de los Juegos Olímpicos del año próximo, cuando por sus tranquilas aguas naveguen las delegaciones asistentes a la primera inauguración fuera de un estadio en citas estivales bajo los cinco aros.
Muchos sitios de interés rodean la ruta del Sena, desde la famosa Torre Eiffel y la Catedral de Notre-Dame hasta la Conciergerie y los museos del Louvre y de Orsay, periplo en el cual sus pontones son puntos de referencia inevitable.
Tal vez ninguno sea más conocido y majestuoso que el Alexandre III, inaugurado con motivo de la Exposición Universal de 1900, inconfundible por sus monumentales pilones de 17 metros de alto, en los que sobresale la decoración con estatuas de mitológicos pegasos de bronce dorado.
Es un lugar incluido en los recorridos turísticos tanto de día como de noche, con un emplazamiento estratégico cerca del complejo arquitectónico Los Inválidos, el Grand y el Petit Palais, y la emblemática avenida de los Campos Elíseos.
Otro cruce célebre es el Pont-Neuf, el más viejo de la Ciudad de la Luz y prominente por su apariencia medieval e historia.El 31 de mayo de 1578, el rey Henri III puso la primera piedra para su construcción, que cumplió el sueño de unir las dos orillas definitivamente.
Atado a un triste suceso, la muerte de la princesa Diana de Gales en un accidente automovilístico, está el Pont de l’Alma, erigido en 1854 por orden de Napoleón III.
Cuatro grandes estatuas engalanan el viaducto en el oeste de la capital francesa, una de ellas, un guerrero de pose artística, representa a un zuavo o miembro del regimiento élite de la infantería gala que tuvo por misión “vigilar” el nivel del torrente.
Cierra la lista con linaje el Marie, un paso pequeño,pero marcado también por la leyenda, cuya primera piedra fue colocada en 1604 por Luis XIII.
(Tomado de Orbe)