Por Yuline Pérez Betancourt
Hacedor de una revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, la obra creadora de Fidel Castro trasciende allende los mares.
Al recordarse este 25 de noviembre el séptimo aniversario de su deceso, en diversas latitudes organizaciones solidarias con Cuba, instituciones y pobladores en general destacan su pensamiento como humanista e intelectual.
También en su patria se le rinde homenaje con respeto al invicto líder, quien muy joven encabezó las gestas del asalto al Cuartel Moncada, del Yate Granma y de la lucha armada en la Sierra Maestra, que desembocó en el triunfo de la Revolución el 1 de enero de 1959.
Sensibilizado con los problemas del mundo, desde la referida alborada, el líder cubano, martiano por convicción, hizo posible la desinteresada ayuda a diversos pueblos con el envío a intrincados lugares de brigadas de maestros y médicos, entre otros especialistas. Como estadista, a Fidel Castro se le vio erguirse en tribunas como Naciones Unidas, defendiendo el derecho de los pueblos del Tercer Mundo a ser libres, independientes y a desarrollarse sin ataduras al capitalismo expoliador de riquezas.
Devenido en revolucionario que reinterpreta la realidad y rechaza todo dogma, Fidel Castro reflejó su vocación patrimonialista al expresar en un Congreso de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba que la cultura es lo primero que hay que salvar.
Como dijera el reconocido historiador, ya fallecido Eusebio Leal, Fidel Castro no sólo le hizo culto a la verdad, sino también se informó, estudió, conoció al mundo, y por eso sobrevivió a la revolución universal; hizo la suya y la vio en todas las etapas de su historia.
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