Como si fuera la primera vez y en un escenario donde se le vio hace un tiempo, el Ateneo de Madrid, donde celebraba entonces los 50 años de su debut con el American Ballet Theatre. Ausente desde su desaparición física en 2019, la memoria llegó acompañada de reverencias.
Una velada variopinta, con la única y excepcional altisonancia al mencionar el nombre de la fundadora del Ballet Nacional de Cuba, recorrer capítulos de su rico anecdotario y verla actuar en distintos espacios en el exquisito audiovisual “Alicia Alonso, siempre Giselle”.
Editora, crítico de danza, ensayista y promotora cultural, Mayda Bustamante presentó su título “Alicia Alonso. Giselle: el instante eterno”, acompañada por el escritor y director del Museo Nacional de la Danza de Cuba, Pedro Simón, y el periodista e investigador José Ramón Neyra.
Cuando se cumplieron 70 años se hizo un libro más enjundioso y referencial; aquí quisimos regalar algo para llevar con uno, a partir de la frase Alicia nació para que Giselle no muera, comentó Bustamante.
Pretende ser eso, un recorrido por los rincones más relevantes de quienes la conocieron; la más grande de Cuba, la isla que la sostuvo y tanto amó; la más grande de Iberoamérica (…) ella traspasó todos los límites y fronteras para convertirse en figura cimera, la más grande Giselle de todos los tiempos, añadió la autora.
Pedro Simón, prestigioso escritor y experto quien fuera compañero sentimental de Alonso durante 40 años, refirió el momento exacto en que la entonces joven bailarina cubana daría el salto para convertirse en Giselle.
Anton Dolin, el parteneire de la inglesa Alicia Markova, fue al camerino y se dirigió a varias bailarinas para decirles que su compañera se había enfermado y una de ellas tendría que ocupar su lugar como Giselle.
Al principio se creía una broma, porque Dolin era muy bromista. Pero al comprobarse la realidad, la única que dio el paso al frente fue Alicia Alonso, apuntó Simón.
Ella había estado un año de reposo por una operación de desprendimiento de retina y aprovechó para estudiarse todo el personaje de Giselle. Así, el 2 de noviembre de 1943 se estrenó con el American Ballet Theatre, precisó.
El especialista José Ramón Neyra quiso añadir un detalle no menor. A tono con lo explicado por Simón acerca del enriquecimiento del personaje y la impronta que incorporó mucho después a sus coreografías, el elogio de un periodista inglés de la época lo resume todo.
“La más grande interpretación de Giselle que el mundo haya conocido”, relató Neyra citando al colega inglés.
El audiovisual parecía el toque de distinción absoluto de la velada. Contemplar a Alicia Alonso en toda su dimensión con varios de los mejores bailarines de la historia, en los teatros más prestigiosos del orbe y llena de aplausos y reconocimientos, adornaban el momento.
Faltaba el broche de oro, el estreno de una canción creada sobre el poema Es la magia que enamora, de Santiago Castelo, compuesta e interpretada por Liuba María Hevia.
Con la presencia del Consejero Cultural de Cuba en España, Ernesto Valdés, y de numerosos intelectuales y figuras cercanas a la danza, el encuentro terminó con numerosas manifestaciones de admiración por Alicia Alonso.
jf/ft