El doctor José Rubiera, reconocido meteorólogo del país caribeño, consideró a este como un organismo interesante por su desorganización y evolución, un tanto ‘impredecible’ para los satélites y expertos.
Elsa transitó de tormenta tropical a huracán para luego retornar a la categoría primera, su velocidad de traslación alarmó a los expertos con 50 kilómetros por hora que bajaron más tarde hasta 20 y un cono de trayectoria igual de variable.
Por si fuera poco, cuando los pronósticos anunciaban sus primeros efectos en la noche del sábado o madrugada del domingo, el organismo demoró su paso y comenzó a sentirse en la tarde de ayer en Cabo Cruz, provincia de Granma, con vientos de 85 kilómetros por hora y olas superiores a tres metros.
Reportes de la televisión nacional detallaron la exhaustiva preparación de cada territorio para la evacuación de personas y bienes materiales así como para asegurar la vitalidad de servicios vitales.
Sin bajar la guardia por la demora de la llegada, grupos de la Defensa Civil de cada municipio revisaron desde la salvaguarda de cultivos, medicamentos o ganado hasta la elaboración de pan y otros alimentos secos.
Con una conocida experiencia en el paso de fenómenos meteorológicos, el país caribeño recibió a Elsa en un escenario particularmente complejo tras varias jornadas consecutivas reportando cifras récords de nuevos contagios con la Covid-19.
En ese sentido, el mandatario cubano, Miguel Díaz-Canel, llamó a la disciplina como clave para enfrentar la tormenta, mientras que el primer ministro Manuel Marrero consideró indispensable las decisiones locales para el resguardo seguro de personas con las medidas sanitarias.
Los modelos de pronósticos prevén que Elsa toque tierra cubana en las próximas horas entre la provincia de Cienfuegos y la Península de Zapata, y su salida podría ocurrir entre los territorios de Matanzas y Artemisa.
Con acumulados discretos de lluvias y rachas de vientos de mediana intensidad, la tormenta confirma a su paso la sapiencia de la mayor de las Antillas en la preparación ante fenómenos atmosféricos al tiempo que inscribe su nombre como uno de los fenómenos más inusuales de la meteorología en Cuba.
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