Seguramente no será el único peso pesado del ejecutivo en conservar la plaza, con nombres como los ministros de Defensa, Sébastien Lecornu, y de Economía, Bruno Le Maire, en una posición favorable, ambos considerados entre los favoritos para suceder a la dimitente primera ministra Élisabeth Borne, quien entregó ayer el Palacio de Matignon a Attal.
Darmanin declaró la víspera que todavía le quedaba trabajo por hacer, declaraciones que encontraron poco cuestionamiento.
De acuerdo con la prensa y los entendidos, otros jefes de cartera pudieran correr una suerte diferente, o sea la puerta de salida, entre los que se mencionan a la canciller Catherine Colonna y a los titulares de Transporte, Clément Beaune, y de Cultura, Rima Abdul Malak.
La misión encomendada por el presidente francés, Emmanuel Macron, al primer ministro más joven de la V República, con sus 34 años, es la de formar un gabinete de “rearme y regeneración”.
También trascendió que en la cena de anoche el nuevo jefe de Matignon recibió la encomienda del mandatario de crear un Gobierno “reforzado” en torno a una quincena de ministros.
La formación del ejecutivo no será el mayor reto que enfrente Attal, quien tendrá que lidiar con la ausencia de una mayoría absoluta oficialista en la Asamblea Nacional, con la presión opositora y con una popularidad elevada, que pudiera en algún momento incomodar a Macron.
Desde la izquierda ya fustigan a Attal, con el reclamo de que se someta a un voto de confianza de la Asamblea, lo cual Borne en su momento no aceptó, mientras en la derecha lo ven como uno de los suyos, pese a su pasado socialista.
La primera ministra cesada regresó a su puesto de diputada, tras 20 meses de gestión en Matignon, donde su figura sufrió desgaste por el uso en 23 ocasiones del polémico artículo 49.3 de la Constitución, que permite adoptar leyes sin el voto parlamentario, y por la adopción de las cuestionadas reformas de la jubilación y la inmigración.
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