En una inusual rueda de prensa en el Palacio del Elíseo, el mandatario abordó desafíos nacionales, como la educación, la demografía y el empleo; y las crisis internacionales, en particular los conflictos entre Ucrania y Rusia e Israel y Palestina.
Sin embargo, sus propósitos fueron muy mal recibidos en la oposición, y el líder de los comunistas, Fabien Roussel, advirtió en las redes sociales que mientras aumentarán los precios de la electricidad y los medicamentos, los salarios seguirán igual.
“Es esa la gran iniciativa para unir a los franceses”, ironizó por su parte en X el primer secretario de los socialistas, Olivier Faure, quien concluyó que de los comentarios de Macron salieron retrocesos sociales.
También desde La Francia Insumisa y Europa Ecología Los Verdes rechazaron las declaraciones del presidente, con calificativos de “tecnócrata reaccionario” y de promesas repetidas.
Desde Agrupación Nacional (extrema derecha), su líder Marine Le Pen consideró que el discurso del mandatario ante la nación resultó una “habladuría”, “sin altura, sin visión y sobre todo sin solución a los problemas críticos de los franceses”.
Macron aseguró que hará todo lo posible para evitar la llegada al poder de Le Pen, a quien derrotó en las presidenciales de 2017 y 2022, pero no podrá competir en 2027, comicios de cara a los cuales la política de 55 años es de momento la principal favorita.
El fondo y el tono no estuvieron al nivel de un presidente de la República, subrayó Le Pen.
Para el líder de Los Republicanos (conservadores) Éric Ciotti, la conferencia de prensa del jefe de Estado fue “una cita con él mismo”.
En un comunicado, el dirigente opinó que se trató de un ejercicio de autosatisfacción, por debajo de las expectativas ciudadanas, ya que las personas esperaban “acciones” y “coherencia”.
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