En su cuenta de Twitter el titular rememoró qué Roa García llevó a las tribunas internacionales el verbo encendido de revolucionario y la pasión por un país verdaderamente soberano.
Asimismo, dijo que su ejemplo guía a los diplomáticos cubanos, quienes honran los principios que defendió.
El Canciller de la Dignidad nació en La Habana y desde muy joven se incorporó a la lucha contra la tiranía de Gerardo Machado, lo que lo llevó a fundar en 1930, junto a otros compañeros, el Directorio Estudiantil Universitario.
Más tarde se separó de esa organización por divergencias ideológicas y creó, con Gabriel Barceló, Pablo de la Torriente y otros revolucionarios, el Ala Izquierda Estudiantil, de posiciones muy cercanas al primer Partido Comunista.
Sufrió cárcel y exilio, fue profesor universitario, escritor y, tras el golpe de Estado de Fulgencio Batista, en 1952, se unió a quienes lo enfrentaron, hasta vincularse con la Resistencia Cívica, muy relacionada con el Movimiento 26 de Julio.
Con el triunfo de la Revolución cubana, en 1959, Roa García se sumó a las transformaciones propuestas por el nuevo Gobierno, hasta ser designado como titular del entonces Ministerio de Estado, el 11 de junio de ese mismo año.
Su defensa de las posiciones de la isla en los escenarios internacionales, como lo hizo en la Organización de Estados Americanos, en la cual se pretendía acusarla con propósitos intervencionistas, le ganaron el sobrenombre de Canciller de la Dignidad.
Al retirarse de ese organismo al que Fidel Castro catalogó como Ministerio de colonias yanquis, en agosto de 1960, Roa García expresó: ‘Me voy con el pueblo, y con mi pueblo se van de aquí los pueblos de Hispanoamérica’.
De él ha dicho el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, que fue un genial intérprete del ideario de la Revolución, y destacó su fidelidad y su brillante valor en la representación diplomática de Cuba en los foros internacionales.
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