El equipo recopilará datos sobre la virtual presencia de cepas del virus H5N1 en aves migratorias y otras especies locales y su posible transmisión a los seres humanos.
«Dada las condiciones únicas del continente más austral, comprender la dinámica de las enfermedades zoonóticas en esta región se ha vuelto un imperativo», señalaron los miembros de la expedición.
El jefe del departamento científico del Instituto Antártico Chileno, Marcelo González, explicó que desde los primeros reportes de agripe aviar en Chile y, en particular en la región de Magallanes, ubicada en el extremo sur, comenzó a implementarse un protocolo de prevención.
Sumado a esto, se conformó un grupo de expertos que planificó las acciones en el terreno en esta temporada estival.
“La Antártida es un ecosistema singular y sensible, y contar con equipos de investigación de excelencia no solo permitirá comprender una eventual presencia de la gripe aviar en la zona, sino también evaluar cómo los cambios en el medioambiente pueden influir en la propagación de enfermedades”, afirmó el doctor Elie Poulin.
Poulin es el director del Instituto Milenio Biodiversidad de Ecosistemas Antárticos y Subantárticos.
En Sudamérica el virus se detectó por primera vez a fines de 2022 y a partir de entonces se extendió por toda la región y llegó incluso hasta las proximidades del también conocido como continente blanco.
El H5N1 produce altas tasas de mortalidad y se introduce en un territorio principalmente a través de aves silvestres migratorias. La mayoría de los virus de influenza no son zoonóticos, sin embargo, algunas cepas tienen la capacidad de infectar a los seres humanos.
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