Este sábado 20 de enero, desde el Teatro del Museo Nacional de Bellas Artes, actuará junto a su cuarteto conformado por el pianista Edward Simon; su hermano el bajista Yunior Terry, profesor de la Universidad de Nueva York, y Julian Miltenberger, en la batería.
«Siempre para mí es un placer regresar a Cuba y tocar para el público de la isla, que es exigente y sigue los movimientos y trayectoria de los jazzistas, también está ávido de información y repertorio nuevo. En esta presentación ofreceré una mirada a mi trayectoria», refirió.
Pero, la agenda de Terry comenzó mucho antes, pues en consonancia con su voluntad de «transmitir experiencia y conocimiento» el virtuoso, realizó un recorrido por varias escuelas, entre ellas, Arístides Soto «Tata Güines», en Mayabeque, y la Elemental de Arte Eduardo Abela Villarreal, en Artemisa.
Desde hace casi un lustro, el también compositor y director de orquesta, imparte talleres junto al proyecto Horns to Havana —organización benéfica pública que recauda fondos en apoyo a la reparación de instrumentos, educación e intercambio cultural— en esos espacios educativos.
Esos cursos, a su juicio, les otorgan a los estudiantes habilidades e inspiración en su camino hacia el nivel profesional: «vamos con el cuarteto, tocamos para ellos, los escuchamos y los separamos por categorías para un trabajo más personalizado».
Para el músico, nacido en la provincia de Camagüey, la docencia es la forma de regresar a la comunidad todo el aprendizaje acumulado en años y la experticia de sus profesores; por tanto, ese acto «es una responsabilidad; si no lo hacemos emergen lagunas culturales, sociales e históricas».
«El carácter histriónico del arte es algo que los profesores también llevamos al aula. Es algo con lo cual estás relacionado. Aunque enseñes el mismo curso varios años, toma tiempo realmente profundizar en los temas, lo mismo sucede con el proceso de aprendizaje de una obra», explicó.
Terry, quien recibió una nominación a los Premios Grammy en la categoría Mejor Álbum de jazz latino por su disco New Throned King, percibe el resultado del proceso creativo «como algo que debe ser irrepetible» y, en este sentido, advierte cada composición como un desafío.
LAS RAÍCES
Desde pequeño, recibió la influencia de su padre, el violinista Eladio Severino Terry González (Pancho Terry), conocido como el Rey del Chekeré, fundador de la reconocida Orquesta Maravillas de Florida y merecedor del Grammy Latino por los fonogramas La rumba soy yo y Lágrimas negras.
«Comenzamos el estudio del violín a la edad de cinco años. Lo veíamos con la orquesta y queríamos ser músicos. Él nos enseñó sobre disciplina, entrega y dedicación», expresó el saxofonista formado en la Escuela Nacional de Arte de La Habana.
Interesado por el jazz desde los 14 años, Yosvany aprendió, además, sobre compromiso y, desde entonces, la identidad formó parte inherente de su creación, complementada con las múltiples influencias de su familia de inmigrantes.
«La cultura cubana tiene mucho que ver con el jazz, por su capacidad de aceptar todo lo que llega y transformarlo. En el caso del género, no importa quien lo interprete siempre le añade su estética, visión y herencia. Me enorgullecen mis raíces afrocubanas y europeas, ellas me definen», dijo.
Desde 2015, Terry forma parte del cuerpo docente de la Universidad de Harvard, como profesor titular y director de conjuntos de jazz en el Departamento de Música.
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