Por Adis Marlén Morera
Redacción de Cultura
Dueño de indudables aptitudes sobre el escenario, el músico de 85 años se entrega al público en un espectáculo donde baila, canta y regala desde su trompeta las más sublimes melodías, virtudes que le hacen merecer la definición de hombre orquesta, artista integral o showman de su tierra.
En entrevista exclusiva para Prensa Latina, a propósito de celebrarse en Cuba la edición 39 del Festival Internacional Jazz Plaza, del cual es su principal artífice, Carcassés habló de su amor al país y a ese género vinculado indisolublemente a su quehacer artístico.
El jazz constituye una filosofía de la libertad, y me fascina la posibilidad de crear al instante frente al público las maravillas que pudiera realizar un músico sinfónico en un año, aseguró.
Heredero de una fuerte estirpe, el Premio Nacional de Música (2012) se distingue por la versatilidad, en buena medida, gracias a su permanencia en el Teatro Musical de La Habana, que engrandeció luego con descargas de jazz para animar las noches habaneras junto a otros referentes de la época.
Soy el producto de mi madre y de mi padre, es algo que llevo en la sangre. Mis hijos y mis nietos somos todos iguales, pero yo soy artista, y eso se comprueba porque desde los seis años cantaba para las visitas, recordó.
Bobby Carcassés traslada su talento e inquietud creativa a las artes visuales, pasión reflejada en su obra pictórica Meditación, que acompaña la portada del Festival Jazz Plaza en su edición 39. También a la narrativa, cuando se aproxima el lanzamiento de su libro “La improvisación en el jazz y en la música cubana”.
YOGA, MÁS QUE UNA FILOSOFÍA DE VIDA
El intérprete le otorga un especial significado al yoga, práctica tan necesaria para él como regresar una y otra vez a la música en busca de esos inigualables sonidos.
Mi relación con el yoga acumula más de 50 años, a partir de mi encuentro con la Autobiografía de un yogui, Paramahansa Yogananda, libro que marcó un antes y un después en mi vida, destacó.
Ha vuelto a sus páginas infinidad de veces, “así fui descubriendo un mundo espiritual que cuestionaba mi forma anterior de existir y me mostraba la diferencia entre una vida simple con objetivos simples y otra, bien complicada, con objetivos inciertos”.
A su juicio, en cada lectura comenzaron a manifestarse mundos que iluminaban su sendero con enseñanzas positivas. Gracias a ello “hoy puedo decir que he reencarnado en otro ser mucho más evolucionado, y si hablo específicamente de mi forma de improvisar en la música, me siento pleno y dispuesto para los desafíos de crear al instante ante cualquier auditorio”.
JAZZ PLAZA: EL MILAGRO
A lo largo de la entrevista se imponía una pregunta: si le menciono Jazz Plaza, ¿qué recuerdos vienen a su memoria?, y esta fue la respuesta:
Cuando a fines de 1978 recibí una llamada para que asumiera unas descargas de jazz en el teatro de la Casa de Cultura del municipio Plaza, de La Habana, me comprometí y llevé a la práctica una lección de Alfonso Arau, quien me enseñó a celebrar siempre la función -the show mustgoon- imponiéndome a cualquier adversidad.
De aquellos encuentros colmados de estrellas, surgió la iniciativa de realizar un festival de jazz en Cuba. Así, el 14 de febrero de 1980, dedicado al día de los enamorados, tuvo lugar la primera edición con un gran éxito.
Tres años después, gracias a la presencia de la pianista y cantante brasileña radicada en New York Tania María, el saxofonista húngaro Laco Deczy y el norteamericano Richie Cole, entre otras figuras internacionales, el evento alcanzó notoriedad y un carácter internacional.
Al decir de Carcassés, el Jazz Plaza es uno de los eventos más importantes de América y de Cuba, y junto al Festival de Ballet y el de Cine, constituyen verdaderas revoluciones dentro de la Revolución cubana.
“Para mí es una forma de mostrar lo que es Cuba, una manera de imponernos por encima de lo imposible y crear el milagro que implica el jazz en la música cubana”, explicó.
EL ARTE DE IMPROVISAR
El arte de improvisar, opinó, “se trata de crear con inmediatez frente al público una obra artística que parezca hecha con todo el tiempo del mundo, analizada y pulida con gran esmero, cuando en realidad nos hemos lanzado al espacio con la seguridad de habernos preparado adecuadamente para ello, en un viaje mágico, no de buscar, sino de encontrar hermosas formas musicales”.
Radica aquí el resultado que muchas veces sorprende al propio músico improvisador con el producto de ese «raptus», pudiéramos decir, divino, aseveró.
A su vez, consideró como un universo de creación inmediata y fenómeno que brota directamente de las entrañas del hombre a ese instante mágico donde músico e instrumento viajan a otra dimensión para cautivar desde las más seductoras armonías.
El avanzado jazzista, cuando se encuentra en pleno vuelo de improvisaciones, es dueño del tiempo y el espacio, se mueve por el infinito universo musical, sin que nada ni nadie lo detenga o restrinja, significó.
Se aproxima el final de la entrevista, debo despedirme de un encuentro interesante, en un ambiente donde todo invita a un viaje armónico mediado por esa disciplina tradicional espiritual, física y mental. Como es habitual, le pedí se definiera a sí mismo.
En 1966 me encontrada en el Teatro Martí compartiendo con grandes artistas de la época, y hoy, 58 años después, me presento en ese coliseo con el Festival de Jazz que fundé. Ese es Bobby, el incombustible, mientras tenga fuerza y energía iré hasta el final, declaró uno de los grandes del arte, poseedor de un alma genuina con apego a la música y a Cuba.
arb/mml/amm