En el acto, tras colocar una ofrenda floral en el busto en homenaje al Apóstol en el parque Belisario Porras, en esta capital, la encargada de negocios a.i. de la embajada de Cuba en el istmo, Laritza Garbey, señaló que Martí fue el mentor directo de la Revolución triunfante en 1959 y el hombre a cuya palabra hay que recurrir para dar una interpretación justa de los fenómenos históricos.
José Martí es mucho más que cubano, pertenece a todos los países de nuestro continente y su voz se escucha y se respeta en toda Latinoamérica, subrayó.
La diplomática señaló que hay mucho que hacer para que el ideario martiano esté presente cada día, sobre todo frente a las arremetidas de Estados Unidos y en medio de una resistencia a diversas fórmulas de agresión contra la isla y también contra Nicaragua, Venezuela y Bolivia.
Entre otros oradores en la velada, la abogada Lilian Ruiz, de la coordinadora nacional de solidaridad, indicó que el pensamiento de Martí es una savia de la que se alimentan los pueblos, es una obra viviente e inspiradora en las luchas libertarias y de emancipación.
La activista recordó que en febrero próximo el movimiento de solidaridad celebrará en la provincia de Chiriquí su encuentro nacional para ratificar el compromiso con la condena al bloqueo de Estados Unidos a la nación caribeña que obstaculiza su desarrollo y afecta a las familias cubanas.
Por su parte, el presidente de la Asociación Martiana de Cubanos Residentes en Panamá, Humberto Pérez, destacó que el homenaje a Martí en el país canalero es también en apoyo a las caravanas que en el mundo entero se realizan contra la hostil política de Washington.
Hoy más que nunca debemos seguir unidos y solidarios y eso hará más fuerte nuestro mensaje contra las injustas sanciones y contra la inclusión de Cuba en una espuria lista de países patrocinadores del terrorismo, remarcó.
En la ceremonia los niños estudiantes Paola Gálvez, de El Salvador; y el cubano, Marcos Barro, declamaron versos sencillos.
Fue Martí un cubano de proyección universal que rebasó las fronteras de su época y se convirtió en el más grande pensador político hispanoamericano del siglo XIX.
Su elevada cultura y especial sensibilidad le permitieron dejar a sus 42 años una vasta obra escrita, de singular estilo y belleza, que constituye referente imprescindible para todas las generaciones de cubanos.
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