Según los sondeos, si las presidenciales galas fuesen por estos días, la ya tres veces candidata al Palacio del Elíseo Marine Le Pen sería la clara favorita, por delante de los políticos que se perfilan como los representantes del oficialismo en unos comicios que no tendrán lugar hasta el 2027, el primer ministro Gabriel Attal y el otrora ocupante de ese puesto Édouard Philippe.
La fundadora de Agrupación Nacional (RN), partido con el que se deslindó de las posturas más radicales de su padre Jean-Marie Le Pen, al menos garantizaría regresar al balotaje, una instancia en la que fue derrotada en 2017 y 2022 por Emmanuel Macron, quien no podrá volver a presentarse.
Esta semana, una encuesta del Instituto Francés de Opinión Pública (IFOP) para la revista Valeurs actuelles –identificada aquí con la ultraderecha y el conservadurismo- situó a la diputada de 55 años con el 36 por ciento de los votos en la primera ronda, bien por delante de Attal y del actual alcalde de Le Havre, ambos con un 22 por ciento.
Para la segunda vuelta, el estudio otorgó el triunfo a Le Pen, con la mitad de los votos en el hipotético duelo frente a Philippe y el 51 por ciento de los mismos contra el más joven primer ministro de la V República francesa, a sus 34 años.
Otros sondeos recientes sugirieron un desenlace similar en la primera ronda, como el publicado el 14 de enero por el propio IFOP, pero para el semanario Le Journal du Dimanche, con una ventaja para Le Pen de 33-25 en el escenario Philippe y 32-23 en el de Attal.
Por su parte, un sondeo de Ipsos publicado hace tres semanas por La Tribune Dimanche reflejó que ante la pregunta a los entrevistados de qué político les gustaría ver en el poder tras las elecciones presidenciales del 2027, un 36 por ciento respondió Le Pen, mientras Attal y Philippe recibieron un 33.
Lo preocupante, para quienes advierten del riesgo de banalizar la amenaza que representa la ultraderecha con sus posiciones antiinmigrantes, nacionalistas y euroescépticas, es que el presidente de RN y mano derecha de Marine, Jordan Bardella, también cuenta con capital político en Francia para pelear por el Elíseo.
De acuerdo con las encuestas, el eurodiputado de solo 28 años es una de las personalidades preferidas en el país, y ya Le Pen confirmó que si gana en 2027, el nativo de Drancy sería su primer ministro.
Antes de las aún lejanas presidenciales, en suelo galo habrá un termómetro importante, los comicios europeos del 9 de junio, en los que la extrema derecha a través de RN sale igualmente favorita.
Con Bardella como cabeza de lista, el partido de extrema derecha recibió un 28,5 por ciento de los sufragios en un estudio de opinión realizado a mediados de enero por Elabe para la cadena BFM TV, muy por encima del 23,3 con el que dominó los comicios para el Parlamento Europeo en 2019.
Detrás de RN se ubicó a 10 puntos el gobernante Renacimiento con sus aliados Movimiento Democrático y Horizontes.
Le Pen muestra habilidad para reinventarse y eludir las posturas ultra-radicales, al punto de ser capaz de fustigar el programa de “reinmigración” del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AFD), cercano a RN en la Eurocámara.
Si será o no la próxima presidenta de Francia está por ver, tampoco sorprendería en una región que ya vio llegar al gobierno a Giorgia Meloni en Italia y a Vikor Orbán lograr un nuevo mandato en Hungría, mientras en Finlandia y Eslovaquia la extrema derecha es parte del poder, en Suecia lo apoya sin participación y en Países Bajos Geert Wilders ganó las legislativas e intenta formar gobierno.
En recientes declaraciones a la prensa, Macron afirmó el mes pasado que hará todo a su alcance para impedir la llegada de Le Pen al Palacio del Elíseo.
No estoy orgulloso de verla al frente de los sondeos, reconoció el mandatario.
A juicio del jefe de Estado, urge atacar las causas que permiten a la extrema derecha avanzar, un panorama sobre el cual mostró preocupación, ante la posibilidad de que “todo el mundo se acostumbre” al mismo.
Para evitar el regreso de los extremos, debemos atacar lo que los hace retornar, el desempleo masivo, la desindustrialización y la inmigración clandestina, subrayó.
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