‘Repite una mentira con suficiente frecuencia y se convierte en verdad’, es una de las más conocidas sentencias del hombre que maquinó la información que convirtió a Adolf Hitler en casi un semidios para sus conciudadanos.
Un personaje que fue responsable máximo de una guerra mundial que ocasionó la destrucción de buena parte de Europa y la muerte de más de 50 millones de personas, entre militares y civiles.
Repetir una mentira mil veces es una fórmula clásica para hacer que algo falso sea tomado por verdadero, dijo Goebbels, según diversos estudios en torno a esa siniestra figura.
La misma que decía que ‘toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida’.
Considerado la mano derecha de Hitler, el titulado ministro para la Ilustración Pública y la Propaganda elaboró un decálogo en materia de publicidad, entre cuyas recomendaciones rezaba que ‘más vale una mentira que no pueda ser desmentida que una verdad inverosímil’.
Otras ideas básicas de la propaganda nazi llamaban a ‘cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo al ataque con el ataque’ y aseguraban que ‘si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan’.
No resulta casual que la ofensiva hacia Cuba cobró fuerza inusitada tras una nueva condena casi unánime en Naciones Unidas contra el bloqueo de Estados Unidos a la isla, los éxitos de los científicos de la isla en la creación de vacunas propias para enfrentar la Covid-19 y el reconocimiento internacional a la ayuda médica cubana a otros países en la lucha contra la pandemia.
En esa línea, Goebbels subrayó la necesidad de ‘callar acerca de las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario’, esto ‘con la ayuda de medios de comunicación afines’.
Sin dudas, un esquema similar al aplicado ahora contra Cuba y que hoy cuenta con el inmenso alcance de las redes sociales y su manipulación, cuentas verdaderas y falsas, los llamados influencers radicados en el extranjero y la gran prensa de derecha.
Y todo eso apoyado por cuantiosos recursos financieros radicados en Estados Unidos, en particular en la ciudad de Miami, y una variedad de personajes de reconocida postura contra Cuba, entre ellos senadores, gobernadores, alcaldes y periodistas allí asentados.
Se trata de un vendaval de sucesos e imágenes manipulados antes y después de los recientes disturbios ocurridos en la isla caribeña, ampliamente difundidos desde las plataformas de Facebook y Twitter, como denunció el presidente cubano, Miguel Díaz-Canell, el gobierno y la mayoría de las organizaciones de la sociedad civil cubana.
Una ofensiva lanzada en medio de la pandemia de la Covid-19 y al calor de 243 medidas restrictivas decretadas por la anterior administración estadunidense de Donald Trump y que el actual gobierno de Joe Biden mantiene en toda su dimensión.
Goebbells no contó con los recursos que hoy brindan las llamadas Tecnologías de la Información y la Comunicación para la Segunda Guerra Mundial, pero sus ‘recomendaciones’ aun tienen devotos seguidores en un planeta profundamente diferente y contra un pequeño país de 12 millones de habitantes que decidió su propio camino.
Cesen la mentira, la infamia y el odio, demandó Díaz-Canel al insistir que Cuba es profundamente alérgica al odio y denunciar ‘el bombardeo de imágenes cargadas de violencia, sangre, protestas, alaridos, vandalismo, amenazas, acoso y represión’ que no ha conocido pausas en los últimos días.
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