Los jóvenes bailarines cuyo diálogo corporal trasciende la escena son primeras figuras del Ballet Nacional de Cuba (BNC) y, recientemente, intervinieron en una gira por España dedicada al centenario del nacimiento de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso.
De niña, Anette acudió a una función en el municipio especial Isla de la Juventud y fue ahí cuando, cautivada por la destreza y la belleza de la coreografía de Alberto Méndez con el ballet Muñecos, le dijo a sus padres: ‘yo quiero ser bailarina’.
‘Indudablemente, se renuncia un poco a la infancia pues esta es una profesión bastante abnegada. Durante los cinco años de nivel elemental estuve en la enseñanza nocturna y terminaba a las 10 de la noche. Entonces, me perdía los juegos propios de una niña de nueve años’, expresó Delgado.
Dani, por el contrario, advirtió la fuerza y agilidad de una pareja mientras practicaban ejercicios aeróbicos en un gimnasio cercano a la vivienda de su abuela. Acudió a la Casa de Cultura de su localidad para el aprendizaje de los ritmos populares cubanos y luego ingresó a una institución de ballet.
En su natal Remedios, situado en la central provincia de Villa Clara y famoso por sus parrandas y fiestas patronales, la familia recibió con agrado su interés por el baile. No obstante, una vez matriculó en la Escuela Vocacional de Arte Olga Alonso, su padre fue quien más se opuso.
‘Hoy se siente orgulloso de lo que soy y lo que he logrado, y siempre está pendiente de mi carrera. Nunca me ha visto bailar en vivo en un teatro en La Habana y eso sería un gran sueño para mí. Lo más bonito es que él haya entendido y me haya dicho que, al principio, estaba equivocado’, confesó.
Unidos en la vida personal y profesional
‘Un artista nunca deja de soñar. He cumplido muchos anhelos: entrar en la escuela de ballet, pertenecer al BNC, convertirme en primera bailarina, representar a mi país en escenarios foráneos, actuar con otra compañía extranjera y, por supuesto, ser madre’, reveló la joven.
Anette definió a la maternidad como una etapa dura, de miedo y maravillosa, aunque representó una pausa en su carrera. Durante los siete meses iniciales se mantuvo en forma, ayudó en los ensayos con las nuevas generaciones y acudió a sus clases diarias.
‘Recuerdo que, cuando iba a las funciones donde bailaba Dani, me daba nostalgia y quería estar sobre el escenario. Para mí lo más difícil fue la etapa después de dar a luz. Fue como empezar de cero y numerosas veces le dije a Dani que pensaba que ese sería el fin’, recordó.
Con llanto, trabajo duro, apoyo y dolor logró, a los cinco meses, regresar nuevamente a escena. Esa función simbolizó una de las más lindas y emotivas de su trayectoria profesional.
Los amantes de esa manifestación artística esperaban su regreso expectante: ‘No me sentía como antes, el tiempo de recuperación fue muy corto, pero estaba tan ansiosa por regresar al escenario que decidí arriesgarme’.
En esa oportunidad, recibió los aplausos de la compañía y el público, tras año y medio alejada de los escenarios y luego de interpretar Cenicienta, un ballet calificado por ellos como duro y complejo técnica y artísticamente y ‘que demanda mucho entrenamiento de la bailarina’.
Durante 10 años, Anette y Dani han estado juntos en la danza y en la intimidad y, fruto de ello, es su pequeña Ainoa. La comunicación, confianza, compenetración y la mirada para guiar o corregir durante la coreografía en un teatro adquiere nuevos sentidos en el juego de los dos con la pequeña.
¿Qué sucede cuando bailan juntos?
‘Muchas veces la crítica refleja esa confianza, química, conocimiento mutuo que trasciende y define cada danza juntos y llega al público. Si bien, también bailamos con otras parejas y nos transformamos en el personaje interpretado’, aseguró Delgado.
De alguna forma, agregó Dani, el danzante adquiere los sentimientos, experiencias y vibraciones del héroe o protagonista de una obra. A su juicio, uno de los logros de la escuela cubana de ballet es que el baile transmita, resulte en un diálogo preciso y sensorial y en una conexión profesional.
‘No solo nos sucede a nosotros, también a otras parejas de bailarines. El ballet te lleva al mundo de las emociones y, algunas veces, ese amor traspasa a la realidad. Durante la Covid-19 no hemos dejado de practicar, estamos ocupados física y mentalmente’, puntualizó Hernández.
En esta etapa, todos los procesos transcurren de manera online, si bien Dani y Anette transformaron los espacios en un salón con barras para algunos pasos y la preparación física. Si bien precisan de la retroalimentación con los espectadores y los escenarios, sensación que describen como ‘sentirse vivo’.
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