Pletórico de ilusiones en sus segundos Juegos Olímpicos, Estrada, de los 73 kilogramos, enfrentó al moldavo Victor Sterpu y a falta de dos minutos con 18 segundos de tiempo oficial, sintió su espalda contra el tatami.
Me sorprendieron, dijo cabizbajo en la zona mixta del Nippon Budokan, un hombre que ganó la medalla de oro de la división en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 y Lima 2019, además de contar con amplia experiencia en eventos de alto rango de la disciplina.
Empero, los resultados cerca de los aros entrelazados vuelven a colmar de dudas su accionar competitivo, cuando el tic tac de los relojes no frena y el calendario revela que a sus 26 años, va dejando posibilidades importantes en el camino.
En Río de Janeiro 2016, Estrada ganó en su debut ante el checo Jaromir Jezek, pero cedió luego frente al georgiano Lasha Shaudatuashvili, rey en 66 kilos en Londres 2012.
Parecía, entonces, que este ciclo olímpico sui generis de un lustro era el indicado para dar el golpe en el colchón, algo que no sucedió: No tengo cabeza para pensar, expresó el antillano y la frase expone su desazón.
Quería algo mejor. No pude hacer la táctica, añadió minutos luego de caer frente a un rival cuatro años más joven, debutante olímpico, ubicado en el puesto 22 del ranking universal y monarca europeo en 2020.
No obstante, Estrada concentró sus energías para enviarle buena vibra al resto de los judocas cubanos en Tokio.
‘Que lo den todo en el tatami’, un mensaje dirigido a Maylín del Toro (63), Iván Felipe Silva (90), Andy Granda (más de 100) y la estelar Idalys Ortiz (más de 78), triple medallista en justas de este nivel.
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