Minutos después de bajar un escalón en el podio de premiaciones, Echevarría, plata con 8.41 metros, y Massó (8.21), bronce, casi unieron sus voces en la zona mixta, mientras el griego Miltiadis Tentoglu daba la vuelta olímpica sobre el tartán del Estadio Nacional de Tokio.
Cuando todo indicada que Cuba lograría su primer uno-dos en más de 120 años de Olimpismo, Tentoglu le cerró las puertas del Partenón a los atletas caribeños y como un mago sacó de su chistera una marca salvadora: 8.41, igual a la del subcampeón, por lo que definió su segundo mejor brinco (8.15). ‘Me duele la vida, el alma, la pierna’, dijo Echevarría, que tuvo el chance de responderle al europeo, pero una lesión en el músculo femoral de la pierna derecha frenó su carrera de impulso y terminó de rodillas sobre la tabla, sin entender lo que sucedía.
Bronce mundial en Doha 2019 y máximo candidato a la medalla de oro, el antillano estaba visiblemente afligido y sus frases eran puñales que él mismo se clavaba: ‘Esto es horrible. No sé cómo voy a digerir esto’.
‘Yo me veía campeón olímpico una semana antes de llegar a Tokio. Lo soñé tanto, y luego ver ese oro y plata, y perderlo todo en un último salto, no sé si lo entenderán, pero eso es lo más doloroso para un atleta’, espetó el titular universal bajo techo en Birmingham 2018.
Sin el aura de favoritismo de su compañero, podría esperarse que Massó exhibiera más emoción luego de sellar con un premio en el bolsillo una temporada pletórica de lesiones y otras situaciones negativas.
Empero, como si se tratase de una cofradía –que lo es-, el tono de su voz y el semblante de su rostro dejaba entrever una agonía interna, aunque, reconoció, fue ‘un buen resultado, contra todos los pronósticos’.
Pareció, además, que el destino estaba decidido a jugarle en contra a los cubanos, porque el quinto lugar del orbe en Londres 2017 también tuvo un problema muscular, apenas completó dos presentaciones y no pudo desafiar el reto planteado por un griego que, de forma merecida, celebró la victoria.
Él era el único que podía arrebatarnos los principales lugares. Hasta pensé que lograría una marca superior y no podíamos responderle, explicó Echevarría, que felicitó a su rival antes de advertir: ‘Esto no se acaba aquí’.
En las gradas, el entrenador antillano Daniel Osorio habló entre sensaciones agridulces: lloró de tristeza y saltó de alegría, mientras daba gracias a la vida por el doblete de premios, el tercero de la isla bajo los cinco aros, tras los alcanzados en natación y atletismo en Atlanta 1996 y Atenas 2004, en ese orden.
Osorio, quien pidió disculpas por cortar sus palabras en medio de la emoción, expresó: Queríamos ganar el oro. No buscábamos grandes saltos, la meta era que uno de los dos se llevara el título, pero no pudo ser, aunque sí es un momento histórico, eso es.
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