En intercambio con Prensa Latina, el historiador Fabio Fernández señaló que existen denominadores comunes entre los dos acontecimientos que parten de un escenario de crisis económica, bloqueo recrudecido por parte de Estados Unidos, situación social tensa, campaña mediática e incitación a la violencia.
Estudios refieren que tras la caída del campo socialista y de la Unión Soviética (1991), Cuba perdió el acceso a un mercado que proveía de combustibles, alimentos, medicinas y otros elementos indispensables.
En este sentido, los años 1993-94 fueron los peores de la crisis económica que vivió el país durante el denominado Período Especial.
‘En medio de esto hay que entender que Estados Unidos tensó aún más la cuerda en busca de la caída del sistema político y social de la isla, por eso reforzó el bloqueo’, comentó Fernández.
De hecho, en 1992 el Senado norteamericano aprobó la Ley Torricelli, conocida como Ley de la Democracia Cubana, para restringir la entrada de buques extranjeros a la nación caribeña e impedir negocios comerciales de filiales estadounidenses con la isla.
A lo anterior se unió una campaña anticubana desde los grupos más conservadores de la ultraderecha, asentada en el estado de la Florida, que fomentaba las salidas ilegales de Cuba mediante el secuestro de lanchas.
Días antes de aquel 5 de agosto ocurrieron eventos de este tipo con pequeñas embarcaciones de la capital y en particular, un incidente con un remolcador secuestrado en la bahía habanera provocó la muerte de más de 30 personas.
En conversaciones con el periodista español Ignacio Ramonet, el líder histórico cubano Fidel Castro aseguró que este hecho fue tergiversado por la prensa estadounidense como parte de una campaña mediática contra la Revolución.
A la altura de 1994 Estados Unidos incumplía su acuerdo migratorio de entregar 20 mil visas anuales (proveía unas mil cada año), además, aplicaba la Ley de Ajuste Cubano para favorecer a quienes arribaban de forma ilegal a la nación norteamericana.
Aquel 5 de agosto decenas de personas se concentraron en el malecón porque la denominada Radio Martí, de origen estadounidense, había anunciado que cientos de lanchas saldrían para buscarlos, pero eso nunca ocurrió.
‘Los disturbios y hechos vandálicos de ese día tuvieron como fuerzas propulsoras sectores preteridos donde la obra de la Revolución no había llegado con igual fuerza y se mantenían elementos de marginalidad visibles’, explicó el historiador.
Fernández destacó el liderazgo de Fidel Castro para enfrentar la situación, su decisión de presentarse ante la multitud desarmado y su orden de que nadie disparara.
‘Muchas personas refieren que su magnetismo aplacó a los manifestantes quienes terminaron coreando consignas revolucionarias, lo cual hay que conectarlo con el peso histórico de la figura y con el consenso mayoritario en torno a nuestro proyecto social’, agregó.
A esos hechos le siguió la apertura de las fronteras cubanas y por ende, la tercera crisis migratoria con Estados Unidos desde 1959.
Además, ‘se reforzaron los mecanismos de participación democrática, aumentó el diálogo con la población y se adoptaron otras medidas para mejorar elementos de la vida cotidiana’, aseguró el investigador.
Por su parte, el 11 de julio pasado ocurrieron disturbios en el país con hechos vandálicos y desorden público que se generaron también en medio de una crisis económica y compleja situación sanitaria a nivel internacional.
‘Creo que una diferencia importante es el factor de las redes sociales como un mecanismo multiplicador de los focos de protesta y como un espacio para gestar estos disturbios’, refirió Fernández.
En opinión del historiador, este tipo de comunicación en el ciberespacio permite la amplificación de fake news (noticias falsas), ya que ‘la diversidad de los flujos informativos ahora es muy superior a la de 1994 y es mayor la articulación de contenidos contrarrevolucionarios en una campaña’.
Sobre este particular, numerosos especialistas coinciden en señalar que Estados Unidos aplica en Cuba un guión de golpe de Estado suave y emplea para ello líderes de opinión, consignas y etiquetas, uso de cuentas falsas en las redes sociales, manipulación de la realidad e incitación al odio.
Además, Washington recrudeció el bloqueo a la isla en los últimos años con 243 medidas adicionales, 55 de ellas promulgadas durante la pandemia de Covid-19.
Por otro lado, ‘se puede ver una analogía en la respuesta del gobierno revolucionario respecto a los sucesos de agosto del 94, ya que el pasado 11 de julio el presidente Miguel Díaz-Canel se presentó en San Antonio de los Baños (occidente) para enfrentar la situación originada allí’, comentó Fernández.
Posteriormente, el mandatario cubano ofreció declaraciones en televisión nacional para explicar al pueblo la situación actual del país y los problemas que afronta, denunció las campañas mediáticas, instó a fortalecer el diálogo, convidó a la paz y la unión de todos los cubanos.
Según el historiador, lo más importante es que estos sucesos no generaron una crisis de gobernabilidad, ni derivaron en las violentas represiones que medios de comunicación estadounidenses insisten en afirmar.
De todas formas, Fernández instó a permanecer atentos, reforzar los mecanismos de diálogo con las nuevas generaciones, revitalizar las instituciones encargadas de promover la construcción del socialismo y aplicar políticas públicas allí donde la obra revolucionaria no ha llegado con la misma intensidad, en aras de construir la Cuba de todos.
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