Minutos después del sismo de 7,2 en la escala abierta de Richter, una embarazada salió de entre los escombros del hospital del L’Asile, comuna del departamento Nippes donde los especialistas cubanos atienden desde hace dos décadas.
‘Ella estaba ingresada en una sala de maternidad y logró salir por un pequeño agujero que quedaba en la sala porque el segundo piso aplastó el primero. Cuando llegó afuera ya estaba en trabajo de parto’, narró Luisa María Gesto a Prensa Latina.
En ese momento la pediatra atendía un niño que llegó con sus padres a las afueras de las instalaciones con una fractura de cráneo. Tras estabilizarlo, Gesto comenzó a asistir al recién nacido.
‘El niño nació deprimido y tuvimos que darle reanimación cardiopulmonar, y arroparlo porque estaba hipotérmico’, recuerda.
El balón de oxígeno quedó en una de las salas dañadas del hospital, y a pesar del temor de las réplicas Luisa María junto al también doctor Maykel del Prado recuperaron lo que necesitaban del cuerpo de guardia.
Unos 10 largos minutos después el bebé comenzó a llorar, se estabilizó su respiración y la frecuencia cardíaca. Había esperanza, a pesar del violento terremoto que derrumbó en pocos segundos muchas de las casas de esa alejada región, y también la instalación sanitaria donde trabaja la Brigada Médica Cubana.
Sin mucho tiempo para celebrar las victorias, el pequeño grupo compuesto por cuatro médicos, dos enfermeras e igual número de especialistas, comenzó a trabajar en las zonas exteriores de la institución médica, donde se amontonaron decenas de personas.
‘La población comenzó a traer a los heridos, con fracturas expuestas, contusiones, traumatismos, y junto a los mismos residentes atendimos a los lesionados’, contó el asesor Maykel del Padro.
L’Asile fue una de las zonas más afectadas por el movimiento telúrico. La Dirección de Protección Civil estimó que hasta 50 personas pudieron fallecer y otras 750 sufrieron heridas en una población que no supera los 40 mil habitantes.
‘El pueblo está destruido, muchas casas en el suelo, muchas personas sin vivienda que duermen en la plaza central porque tienen miedo a regresar a los hogares que aún están en pie’, dijo del Padro a esta agencia.
A pesar de los desgastes materiales y humanos, los galenos continúan atendiendo a los que llegan a las instalaciones del hospital, y practican clínicas móviles para quienes no pudieron salir de sus regiones.
Mientras conversábamos, pobladores trajeron a una embarazada. ‘Tengo que dejarte’, dijo Luisa María, y acotó antes de colgar, ‘pero aquí seguiremos mientras nos necesiten’.
rgh/ane