En el aeropuerto internacional 4 de Febrero, en Luanda, recibieron la bienvenida del Instituto Nacional de Gestión de Bolsas de Estudio (Inagbe) y el Consejo Nacional de la Juventud (CNJ), así como de integrantes de la embajada cubana y números familiares.
El director general del Inagbe, Milton da Silva Chibela, explicó a Prensa Latina que próximamente llegará a esta capital otro vuelo procedente de La Habana para sumar más de 500 egresados de nivel superior en el presente año lectivo.
‘Estamos satisfechos con la cooperación de Cuba’ y un hecho relevante es que más de la mitad son doctores, lo cual ayudará a potenciar los servicios de salud en nuestro país, afirmó el entrevistado.
Según precisó el funcionario del Inagbe Kiafuca Maleta, los nexos con la nación caribeña permitieron la formación de más de 45 mil angoleños en los distintos niveles de enseñanza, a partir del envío de los primeros alumnos en los años 70 del siglo XX.
Los más de 500, que comenzaron a llegar este lunes, cursaron estudios superiores en 30 disciplinas, entre ellas medicina, estomatología, optometría y óptica, rehabilitación, higiene y epidemiología, nutrición, sistema de información en salud, veterinaria, agronomía, ingenierías civil e industrial, indicó Manuel Muika.
Al frente de la asociación de estudiantes angoleños en Cuba, Muika también informó a Prensa Latina sobre la calidad académica: En el grupo, detalló, hay 20 licenciados con Título de Oro por sus altas calificaciones en la totalidad de las asignaturas y otros siete que recibieron distinciones como alumnos integrales.
Además, 12 finalizaron con las mejores notas en sus respectivas facultades, mientras siete merecieron reconocimientos específicos por su labor científica, agregó.
En total, comentó, ‘estamos hablando de 46 angoleños que, de una u otra forma, entraron en la selección de los excelentes de las universidades cubanas; algo bien importante, porque son colectivos de elevada exigencia teórica y práctica’.
A juicio del presidente del CNJ, Isaías Kalumba, la cooperación cubana es de ‘una utilidad extrema’: durante 45 años, ejemplificó, Angola ha podido formar cuadros en distintas especialidades para responder a las expectativas del desenvolvimiento económico y social.
Para Zelia Cambinda, su título universitario podría resumirse en tres palabras: ‘Gratitud, fuerza y determinación’, síntesis de los años alejada de la familia, tratando de alcanzar el sueño de convertirse en doctora.
A los ojos de Luisanea Costa, el pergamino denota la ‘misión cumplida’, ya es licenciada en rehabilitación; ‘una especialidad marcada por la sensibilidad humana, que ayuda a mejorar la calidad de vida de muchas personas’, aseguró.
Tiene a su favor el adiestramiento en varios hospitales de La Habana: ‘Desde segundo hasta quinto año, explicó, interactuamos directamente con los pacientes, incluidos los casos pediátricos’.
En términos de experiencia, Henrique Castro prefirió hablar de la vocación humanista de la Medicina cubana: ‘Eso lo aprendimos durante la carrera y es lo que quisiera ofrecer a mis futuros pacientes aquí’.
Mientras conversaba con Henrique en el aeropuerto, a mis espaldas el llanto de una mujer empezó a inquietarme, pero al agudizar el oído, me dije: Ahí tiene que estar una madre, dando gritos de felicidad.
Filomena do Rosario abrazaba a su hijo Zenildo una y otra vez, solo tomaba cierta distancia para observarlo de cuerpo completo, por si estaba más flaco, más gordo o había aumentado de estatura.
Después de siete años, estaban juntos nuevamente, él con su formación terminada como licenciado en optometría y óptica, y ella, contenta de tener a su ‘niño’ de vuelta en casa; el segundo hijo graduado en Cuba y eso ‘para una madre, es una gran bendición’, respondió.
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