El también profesor auxiliar de la facultad de Ciencias Médicas Calixto García, de La Habana, al hablar sobre el ejercicio de su especialidad destacó la necesidad de tener mucha paciencia, fluida comunicación y saber identificar el lenguaje de los niños, a la par de resultar empático -para el infante y la familia por igual-, ser jovial, juguetón y disfrutar con ellos.
En definitiva, ‘exteriorizar siempre ese niño interior’.
Aunque la mayor parte de sus 37 años de trayectoria médica han sido en la provincia natal, Granma, y desde 2017 en La Habana, Mojena tiene en su haber varias misiones internacionalistas. La primera de ellas en 1999, en Maputo, Mozambique.
‘Incalculable experiencia desempeñarme como pediatra intensivista en un país con extrema situación de salud, donde las principales causas de consulta y muerte en niños solo las conocía por libros, videos y películas’, relató.
Malnutrición grave, sida, tuberculosis y malaria se encontraban entre las guadañas que acechaban a las familias allí. Al doctor le llegaban pequeños con indicadores de hemoglobina muy baja.
No obstante el gran peso desde el punto de vista humano, la estadía de tres años en la nación africana aportó a su desarrollo asistencial y docente, a la par de la satisfacción de dejar huellas de gratitud tanto en pacientes como el personal en los hospitales donde estuvo.
‘Reconforta que 20 años después, aún me recuerdan médicos, hoy prestigiosos profesionales a quienes les serví de estímulo para hacerse pediatras e intensivistas’, destacó Mojena.
LA OTRA CARA DE LA MONEDA
Pero no fue hasta su regreso a Bayamo, en la oriental provincia de Granma, que consolidó su trabajo como pediatra desde los puntos de vista asistencial, docente e investigativo.
Igualmente asumió roles administrativos, y luego de pasar un largo tiempo junto a los suyos, ver crecer a las hijas y dedicarse a su educación y formación, se sumó en 2013 a la naciente colaboración médica en Qatar, en el recién inaugurado hospital cubano de Dukhan, perteneciente a la corporación médica estatal Hamad.
Dicha entidad, acotó, ‘exige a los profesionales un ambicioso desarrollo científico-técnico para ofrecer un servicio de salud de elevada calidad y mejora continua. En este país completo mi formación profesional con la incorporación de alta tecnología’, indicó.
Desde su cargo de consultante en Pediatría, participó aquí en la informatización de los servicios de Salud, jornadas científicas, congresos internacionales y en las primeras evaluaciones para la acreditación y reacreditación del hospital por parte de la JCI (Comisión Conjunta Internacional).
Aunque se hallaba en un país con alto nivel de progreso económico y condiciones sanitarias totalmente opuestas a su primera incursión fuera de la tierra natal, ‘la otra cara de la moneda’, en su opinión, nuevos retos se impusieron: el clima, la cultura y la religión.
‘Requirió mucho estudio de hábitos y costumbres qataríes’, añadió el colaborador antillano, a cuyo juicio ‘no existe piedra en el camino que no puedas utilizar para tu propio crecimiento’. De igual modo, debió enfrentar nuevas condicionantes que hicieron su trabajo más difícil, como la diferencia de idioma.
‘Muchas madres y padres no hablan inglés, ni yo árabe. Los intérpretes, antes presenciales, demoraban en llegar a la consulta. Ahora, por teléfono debido a la Covid-19, no siempre están disponibles al primer llamado’.
Por otra parte, señaló la presencia del padre en la consulta, a diferencia de Mozambique y Cuba donde es más común la compañía de la madre. Al ser el papá quien trae al infante, desconoce muchos detalles por lo que debe llamar a la esposa, o por el contrario, si viene la mamá debe pedir el consentimiento paterno para cualquier decisión, explicó.
Sin embargo, resaltó las bondades del trabajo con los menores, más allá de diferencias culturales. ‘El niño ni dice mentira ni calla verdad, y en dependencia del escenario haces un diagnóstico sin necesidad de hablar mucho y sin medios auxiliares’.
EN ESCENARIO INESPERADO
Actualmente Orestes Mojena se halla en un segundo período de colaboración en Doha. Arribó a esta capital a inicios de 2020, año en que también llegó la Covid-19 para poner a prueba y demostrar la valía del personal médico en cada punto geográfico del orbe.
La brigada médica cubana en Qatar no fue la excepción; desde el inicio de la pandemia hasta la fecha enfrenta en primera línea el embate del virus SARS-CoV-2, con reajuste de horarios y de condiciones laborales que representan un verdadero desafío.
En estos momentos la realidad en la nación del golfo Pérsico es muy diferente a la del año pasado, cuando las cifras de enfermos por Covid-19 se contaban en miles y el índice de hospitalización era elevado.
Gracias a una efectiva campaña de vacunación nacional que alcanza a la mayor parte de la población, menos de 200 personas se confirman como positivas cada día y muy escasos casos requieren ingreso.
No obstante, el hospital cubano continúa destinado exclusivamente al tratamiento de pacientes de Covid-19, el único en el emirato que permanece bajo esta condición.
‘En particular, la atención a los niños ha sido un reto’, comentó Mojena respecto a esta nueva experiencia, aunque no por la gravedad de la enfermedad en el grupo etario pues especificó que, sobre todo, atiende a infantes afectados de forma leve o moderada y asintomáticos.
La extensión de las familias constituye, desde su perspectiva, el aspecto más delicado a manejar, pues las madres vienen con tres y cuatro hijos. ‘Eso requiere de una mayor interacción de todo el equipo de trabajo y el centro coordinador, con papel protagónico de supervisores de enfermería para disponer de camas y salas’.
El doctor subrayó ‘la extrema organización e interrelación entre instituciones de la corporación’ y, en este sentido se refirió a la rapidez, orden y calidad en procesos complejos como intervenciones quirúrgicas para niños afectados por la Covid-19.
‘Como a todos en el mundo, la pandemia nos hace ver la vida diferente. A darle más importancia a las cosas espirituales que a lo material, a la salud, el tiempo, los sueños, el amor… hemos visto más cerca la proximidad entre la vida y la muerte’, aseguró el galeno al valorar el contexto actual desde una óptica personal.
Afirmó que el azote de la enfermedad también en Cuba ha exigido más comunicación.
Además de excelente profesional, es un padre ejemplar. Si bien habla con placer de su trayectoria como galeno, el orgullo resulta más notorio al mencionar a su familia; y no es para menos, la mayor de sus hijas siguió sus pasos y es cirujana pediátrica, de hecho, trabajaron juntos en el hospital pediátrico de Centro Habana.
La segunda, ingeniera biomédica, terminó recientemente un doctorado en la Universidad Carlos III de Madrid, donde antes había cursado una maestría en sistemas electrónicos.
La más joven de los tres retoños se inclinó por un campo bien distinto, la música, pero brilló por igual su talento; hoy es violista en la Sinfónica Nacional y estudia en el Instituto Superior de Arte.
Mojena realzó, asimismo, el valor de su esposa, junto a quien luchó a fin de labrar el futuro de sus hijas aún en los tiempos más difíciles, como el llamado período especial, y a cuyo cuidado dejó el hogar al partir a su primera colaboración médica en el exterior.
Ahora, en la distancia, ‘parece una eternidad, la diferencia horaria conspira para tener una conversación y saber de ellos. áCuánta familia, vecinos, compañeros, amigos he perdido!’, deploró.
La palabra de orden es ‘cuídate’, agregó el pediatra, quien en medio de tiempos de tanto dar de sí en el cuidado de otros recuerda los consejos de Esculapio y dice: ‘todo sacrificio vale la pena en el momento en que realizas el trabajo que tanto te gusta y llena tu corazón de alegrías’.
arb/sat
(*) Corresponsal de Prensa Latina en Qatar