El evento nació a solo unos meses del triunfo de la Revolución cubana por iniciativa del novelista Alejo Carpentier, una de las grandes figuras de las letras continentales y del idioma español.
Según explicó en una reseña el escritor Alex Pausides, en ese entonces el proyecto reforzaba la importancia que el nuevo gobierno le otorgaba al conocimiento, la lectura, los literatos y al libro como expresión conocimiento y cultura.
Bajo esa premisa, se trazó la senda que debería recorrer la literatura cubana que hasta ese momento no se había completado con su destinatario último: el lector, aseguró Pausides.
Como discípulos de Carpentier, otros destacados exponentes del género tomaron como misión ‘llevar el libro como un bien de primera necesidad al hombre común, al estudiante, al trabajador que crea la riqueza material y simbólica de la nación’.
La campaña de alfabetización a inicios del proceso revolucionario, las ferias y eventos cubanos consagrados a la literatura, la creación de un instituto para la promoción y la democratización de la lectura revalida ese compromiso.
Cecilia Valdés, José Martí, Nicolás Guillén figuran entre los nombres de novelas, narradores, críticos y poetas que engrandecen la presencia y el legado de las letras de Cuba en el mundo.
En memoria de la fecha y vigencia de ese acontecimiento, en diversas ciudades del país acontece la venta de emblemáticos textos que forman parte de la memoria histórica y cultural de esta tierra.
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