Luego de ocho meses de bloqueo político en el Congreso de los Diputados, Sánchez prometió “cumplir fielmente con las obligaciones del cargo de presidente del gobierno, con lealtad al rey, y guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado”.
Como lo hiciera en junio de 2018, cuando llegó al poder mediante una moción de censura contra el conservador Mariano Rajoy, el jefe del Ejecutivo juró el cargo sin Biblia ni crucifijo, lo que fue costumbre hasta entonces.
Al frente del primer Gobierno de coalición desde el fin de la dictadura de Francisco Franco en 1975, el Licenciado en Economía de 47 años tendrá ahora que formar equipo con sus socios de UP, formación que llega por primera vez al Gobierno.
Aunque el anuncio de la composición del Ejecutivo se esperaba para esta semana, fuentes del PSOE informaron que el organigrama se dará a conocer la próxima “porque tenemos muchos problemas acumulados”, explicó a medios de prensa la vicepresidenta saliente Carmen Calvo.
Con un triunfo apretado en el Congreso (167 a favor, 165 en contra y 18 abstenciones), el nuevo Ejecutivo tendrá que negociar a múltiples bandos para sacar cada ley en un contexto de gran polarización y con la derecha y la extrema derecha apuntando sus cañones a toda hora.
La oposición no le perdona a Sánchez su arreglo con la formación Izquierda Republicana de Cataluña (ERC), que a cambio de su abstención consiguió una mesa de negociación con el Gobierno para intentar solventar la crisis en Cataluña.
Tampoco apoya las propuestas de medidas aceptadas por el PSOE en su pacto con Unidas Podemos, entre las que aparecen el alza impositiva a las mayores rentas, la regulación de los alquileres y la derogación parcial de una reforma liberal del mercado laboral.
Este paquete de medidas, que ha disparado las alarmas en círculos empresariales, también incluye una ley de emergencia climática y el endurecimiento penal en las agresiones sexuales.
Ante los fuertes enfrentamientos con la oposición, observadores aseguran que Sánchez tendrá por delante un camino difícil en el Congreso, sobre todo para que le aprueben los presupuestos, sin los cuales le será imposible implementar su programa de Gobierno.
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