En un discurso ante los obispos participantes en el encuentro internacional “Mediterráneo, frontera de paz”, el sumo pontífice señaló que la globalización acentuó el papel de este lugar como encrucijada de intereses y acontecimientos significativos desde el punto de vista social, político, religioso y económico.
En este epicentro de profundas líneas de ruptura y conflictos económicos, religiosos, confesionales y políticos, estamos llamados a ofrecer nuestro testimonio de unidad y paz, afirmó Francisco, al tiempo que recordó que el Mediterráneo es asediado hoy por muchos focos de inestabilidad y guerra.
Tanto en el Medio Oriente y en varios estados del norte de África, como entre diferentes etnias o grupos religiosos y confesionales, dijo, y añadió que “no podemos olvidar el conflicto aún irresuelto entre israelíes y palestinos, con el peligro de soluciones no equitativas y por lo tanto, causantes de nuevas crisis”.
El papa calificó de irracional la guerra, la cual “destina recursos a la adquisición de armas y al esfuerzo militar, desviándolos de las funciones vitales de una sociedad como el apoyo a las familias, a la salud y la educación”.
En otras palabras, precisó, es una locura, porque es una locura destruir casas, puentes, fábricas, hospitales, matar personas y destruir recursos en lugar de construir relaciones humanas y económicas.
“Es una locura a la que no podemos resignarnos: la guerra nunca puede confundirse con la normalidad o aceptarse como una forma inevitable de regular las divergencias y los intereses opuestos”, apuntó.
Francisco resaltó el valor de la integración, en particular en una zona de tanto mestizaje como el Mediterráneo y dijo que “sólo el diálogo nos permite encontrarnos, superar prejuicios y estereotipos, contarnos y conocernos mejor”.
Organizada por la Conferencia Episcopal Italiana, la conferencia “Mediterráneo, frontera de paz” concluyó hoy en la ciudad de Bari tras cinco días de sesiones, con la participación de 58 obispos de 19 países.
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