Los capitalinos cayeron 1-2 en Alemania el 18 de febrero en el partido de ida, por lo que están obligados a ganar 1-0 o por margen de dos goles ante un rival incómodo, que sigue sin contar con el lesionado internacional teutón Marco Reus.
“No somos un equipo que juegue para el 1-0, somos un equipo que ataca, y vamos a atacar para marcar la mayor cantidad posible de goles”, adelantó ayer el técnico de los rojiazules, Thomas Tuchel.
El PSG intenta superar la maldición de los octavos, una barrera infranqueable en los últimos años para un club con ambiciones de conquistar la hasta ahora esquiva “Orejona”, pese a contar desde hace tres temporadas con una de las mejores y más caras plantillas del fútbol mundial a nivel de clubes.
No son pocas las preocupaciones para Tuchel y el público de la llamada Ciudad de la Luz, ya que al encuentro a puertas cerradas se suma que el estelar Kylian Mbappé será duda hasta el último momento, tras padecer una amigdalitis que lo alejó de los entrenamiento ayer y el lunes.
Además, el central brasileño Thiago Silva viene de una lesión, por lo que pudiera presentar falta de ritmo, el atacante uruguayo Edinson Cavani dejó el lunes las prácticas por un problema personal y el laborioso centrocampista italiano Marco Verratti no estará en cancha por sanción.
Por su parte, el entrenador del Dortmund, Lucien Favre, lamentará la ausencia esta noche del mediocampista Thomas Delaney, lesionado al igual que Reus.
La decisión de celebrar el partido a puertas cerradas generó malestar en los seguidores del PSG, que lo consideran una desventaja respecto a la ida de la Champions en el Signal Iduna Park, pero el avance del coronavirus Covid-19 en Europa y en Francia justifica la medida.
Grupos de hinchas aseguraron que se presentarán en las inmediaciones del Parque de los Príncipes para apoyar a los rojiazules, mientras la Prefectura de París anunció el despliegue de cientos de agentes para garantizar el orden en un estadio desierto.
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