“Un puñado de gamberros, grupo de inadaptados, bandas de violentos, depredadores de bienes públicos y de la salud y seguridad de la ciudadanía, terroristas” son solo algunos de las modalidades de calificación de medios, analistas, intelectuales, personalidades y autoridades para quienes protagonizaron los disturbios.
Políticos de la oposición los calificaron de abanderados de justa reacción de los ciudadanos ante los desmanes y engaños de la dictadura, como suelen calificar la conducción de presidente, Aleksandar Vucic, el principal blanco de los ataques y de las consignas de los manifestantes.
Imágenes televisivas y profusión de fotos muestran los destrozos causados por quienes ingresaron a la fuerza al vestíbulo del palacio del legislativo, uno de cuyos integrantes llevaba un niño de corta edad en sus hombros, como pudo observarse.
Otros grupos incendiaron siete vehículos policiales, mientras que quienes los secundaban impedían la llegada de los bomberos, en tanto destrozaron señales de tránsito, luminarias, pancartas publicitarias, vitrinas de locales comerciales y contenedores de basura se convirtieron en enormes antorchas o en obstáculos para el tránsito.
Las escasas fuerzas policiales en ese perímetro no pudieron contener a los revoltosos que intentaban invadir el parlamento, entre ellos un diputado, identificado por los medios como Srdjan Nogo, del partido Dveri, uno de los que boicotearon las elecciones del 21 de junio.
Llegados refuerzos, incluyendo efectivos a caballo, lograron rechazarlos, despejar el edificio y obligarlos a replegarse, a pesar de la fuerte resistencia, mediante el uso de los medios con los que están dotados, incluyendo gases lacrimógemos.
Reaccionamos con moderación, intentamos evitar el uso de la fuerza, pero fue imposible, declaró hoy en encuentro con la prensa el jefe de la Policía de Serbia, Vladimir Rebic.
Aún no hay un balance de los daños materiales, pero son cuantiosos, y habrá que aguardar también por la evaluación de las lesiones físicas a las personas y el perjuicio que miles de reunidos, la mayoría sin máscaras y sin observar la debida distancia, pudiera representar para la salud con el alarmante rebrote de la Covid-19 en el país.
De acuerdo con las autoridades, no hubo pedido de autorización para celebrar la manifestación, cuyo inicio fue poco después de las 20.00, hora local con el propósito- según participantes- de reclamar la anulación de las restricciones de movimiento y reunión decretadas por el gobierno para intentar contener la propagación de la epidemia.
Los desmanes, que incluyeron el apedreamiento del edificio de la radio y televisión públicos RTS, se extendieron hasta después de la medianoche, cuando la policía consiguió despejar un amplio perímetro en torno al parlamento, las oficinas de la Presidencia de la República y el palacio de los poderes de Belgrado.
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