Al mismo tiempo, desde los centros de poder occidentales y los grandes medios de comunicación, como el diario español El País, se intensificó la campaña contra esta nación del Levante.
Simultáneamente, los grupos terroristas incrementaron ataques contra cualquier institución, pública o privada; y ejecutaron atentados en la televisión nacional, la agencia SANA y estaciones de policía, en una operación que denominaron Volcán de Damasco.
Todo sucedió ante la imposibilidad de masificar manifestaciones opositoras, aprovechadas por extremistas para infundir miedo y terror entre los civiles y las más de 400 acciones al efecto que provocaron más de 500 muertos.
El llamado Ejército Libre Sirio (ELS), el entonces Frente Al Nusra o Liwa Al Islam (Brigada del Islam), fueron los principales ejecutores de tales hechos.
En ese sentido, Robert Fisk, por la época corresponsal del diario británico The Independent,y sin vínculos de simpatía por el Gobierno sirio, los definió como promovidos desde Arabia Saudita y Qatar, entre otros gobiernos
Los enfrentamientos se agudizaron desde inicios de julio y el 18, un atentado con explosivos intentó descabezar los servicios de seguridad de Siria. En esa acción murió el ministro de Defensa, Dawoud Rajiha, entre otras autoridades.
Alentados desde el exterior a través de una campaña mediática sin precedentes, con noticias falseadas de antemano y filmaciones fuera de contexto, los extremistas atacaron en los barrios damasquinos de Midan, Qabum, Mezze, Zahera, Qalamun y Qadam
Las acciones abarcaron además Barzeh y Yarmuk, otrora campamento de refugiados palestinos, Gutta y áreas de la periferia de la capital como Harasta, Assali, Walleed, además de Daraya y de la región sureña de Deraá, entre otras.
Por entonces, el enviado especial de Naciones Unidas y exsecretario general de la organización, Kofi Annan, trató de mediar y de apelar a la sensatez pero fracasó.
La labor de Annan fue saboteada sobre todo porque en el seno del Consejo de Seguridad, Estados Unidos, Reino Unido y Francia, bloquearon cualquier solución negociada, y a raíz del veto contra el injerencismo y la intervención de Rusia y China.
A fines del mes de julio, el Ejército sirio logró neutralizar la toma de la capital, cercó a los terroristas en zonas determinadas de Damasco y demostró que el Estado podía resistir y enfrentar una conspiración externa de larga data.
La hostil política, según denuncias de las autoridades, es preparada e instrumentada desde Estados Unidos y sus aliados, entre ellos, el régimen sionista de Israel.
El ministro israelí de Defensa por entonces, Ehud Barak, preparó la sistematización de ataques aéreos contra territorio sirio desde las tierras palestinas ocupadas y las Alturas del Golán.
A ocho años de aquellos hechos, Damasco, vive, desalojó a las fuerzas extremistas de las áreas y barrios mencionados y recuperó paulatinamente la seguridad para confirmar en la práctica, el reto de defender la soberanía nacional.
Todo ello a un costo que a la fecha, significa la muerte o mutilación de cerca de 500 mil personas y pérdidas económicas cercanas a los 500 mil millones de dólares.
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