La Cancillería rusa debió pronunciarse sobre un informe presentado por el secretario norteamericano de Estado, Mike Pompeo, sobre la supuesta actividad de propaganda no solo de la prensa rusa, sino también del departamento de información del ministerio de Asuntos Exteriores.
El gobierno ruso denuncia los intentos de Washington de dominar los medios de difusión y de contener el ingreso de opinión alternativa en el país norteño, lo cual constituye, denuncia, un violación de la libertad de expresión, un tema empleado por Occidente para atacar a otros países.
La agencia Sputnik, con versiones en más de 30 idiomas, y el canal Russia Today, con variantes en inglés, español, francés, alemán y árabe, son motivo de preocupación permanente en la Casa Blanca, pues rompen el esquema antirruso que difunde la supuesta prensa libre norteamericana.
De ahí que el informe presentado por Pompeo, quien también está al frente de los esfuerzos por demonizar a la dirección política china, es considerado una maniobra dirigida a promover el curso antirruso de Washington y elementos de desestabilización en este país.
Así, se considera propaganda y falsificación los resultados positivos del combate contra la pandemia de Covid-19, incluido el avance en la creación de una vacuna propia contra esa enfermedad que sería certificada el día 12 de agosto y podría producirse en masa en octubre venidero.
Ello ocurre en medio del desastre epidemiológico vivido por Estados Unidos, con más de cuatro millones y medio de casos positivos y más de 140 mil muertos por esa dolencia, mientras las pruebas de una vacuna elaborada en ese país dejan muchas dudas sobre sus efectos secundarios.
De hecho, Rusia y China están oficialmente en la mira de las campañas mediáticas estadounidenses, mientras Moscú crítica la decisión de la Casa Blanca de obligar a los propietarios de la aplicación de creación de vídeos Tik Tok a vender esa compañía a empresas norteamericanas.
El Kremlin estima que con ello Estados Unidos viola varios regulaciones de la Organización Mundial de Comercio y denigra el derecho internacional, aunque algunos expertos ven ese paso como una demostración de impotencia de la nación norteña, ante el avance chino en ese campo.
La televisión rusa destaca como detalle curioso el hecho de que China es el primer socio comercial de 124 países, mientras Estados Unidos lo es de 56 naciones, es decir, la mitad de lo registrado por Beijing.
Al mismo tiempo, la semana fue testigo de un intento de Ucrania, fiel aliado de Washington en la región, de crear discrepancias entre Rusia y Belarús mediante una provocación, en la que habrían empleado a miembros de la empresa militar privada rusa Bagner, arrestados en suelo belaruso.
Medios de prensa rusa destacaron que los 33 miembros de Bagner viajaron a Minsk para cumplir con un contrato falsificado por los servicios de seguridad ucranianos, para luego presentarlos como agitadores de la oposición radical belarusa.
El objetivo consiste, consideran medios de prensa locales, no solo en buscar una desestabilización de la situación en Belarús, en medio de la campaña electoral presidencial, sino también en revivir el casi fracasado intento de convertir las protestas en Jabarovsk en un evento nacional.
La oposición fuera del Parlamento o antisistema, como se le llama aquí, intentó transformar las protestas por la destitución del gobernador de la citada comarca rusa Serguei Furgal, acusado de organizar asesinatos contra empresarios, en una acción en contra del Gobierno, pero fracasó.
De cualquier forma, ante un desarrollo estable en el combate contra la pandemia y la consiguiente salida de la paralización económica por esa enfermedad, Rusia parece hacer un voto por la estabilidad nacional, con independencia de factores y presiones desde el exterior.
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