Centenares de personas exigieron la aplicación de un acuerdo adoptado a principios de año por el Parlamento que exige un repliegue de los militares foráneos.
“¡Elegiremos la resistencia si no se ratifica el voto del parlamento!”, coreaban los asistentes a las marchas que tuvieron lugar en un lugar céntrico capitalino.
Tras un atentado en Bagdad perpetrado por los norteamericanos que mató al general iraní Qasem Soleimani y al subjefe de las Unidades de Movilización Popular de Iraq, Abu Mahdi al-Mohandes, los legisladores votaron a favor de la expulsión de los militares extranjeros.
Estados Unidos invadió y ocupó en 2003 a este país árabe, retiró sus tropas en 2011 y las regresó en 2014 al frente de una coalición internacional de apoyo en la lucha contra el terrorista Estado Islámico.
Durante los últimos meses, el Pentágono redujo su presencia a unos tres mil uniformados que desde octubre de 2019 son blanco de ataques por grupos irregulares.
Ante ese panorama, el gobierno de Estados Unidos amenazó con cerrar su embajada y emprender una ofensiva contra las Unidades de Movilización Popular (Hashd al Shaabi, en árabe).
Sin embargo, esa agrupación integrada por unas 40 facciones que desde 2016 forman parte de las Fuerzas Armadas de Iraq, anunció una tregua para permitir la salida de los militares extranjeros.
En este país árabe, se siguieron con atención las elecciones estadounidenses, a la espera de un cambio en la política de Washington sobre Irán, un aliado natural de Bagdad, pero archienemigo de la Casa Blanca.
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