La instalación ubicada en la sede del Instituto Nicaragüense de Deportes (IND) fue bautizada en 1995 en honor a Orlando Vázquez, una gloria viva del deporte pinolero, y Orlando Vázquez Jr. comparte, entre discos y palanquetas, la vida con Sema Nancy, desde que ambos tenían 16 años de edad.
Y el fruto de aquel noviazgo perdurable, nacido entre las lágrimas de soledad de la adolescente misquita, el pequeño Daren Orlando, permanece en una guardería aledaña al gimnasio mientras los padres se baten con los kilogramos y la fuerza de gravedad.
Se conocieron recién llegada ella de su natal Puerto Cabezas o Bilwi (extremo nordeste del país) en 2014, cuando ambos compartían la residencia para atletas en el IND.
‘El también caminaba (andaba) solo y yo había pensado retirarme porque tenía la familia largo (lejos), reseña quien pudiera ser la abanderada pinolera en Tokio-2021 las circunstancias en que nació el amor entre dos halteristas adolescentes.
El la convenció con el argumento de que las condiciones para entrenar eran muy superiores en la instalación capitalina que en ‘Puerto’ y también le habló de la posibilidad que daba el deporte de conocer el ancho mundo existente más allá de las capitales de Nicaragua y la Región Autónoma del Caribe Norte.
De todas formas, a principios de 2016 ella enrumbó hacia su ciudad natal, de la que extrañaba a la familia y las sopas de pescado y camarones.
A los dos meses de estar en Puerto Cabeza y con la simiente del amor creciendo en su vientre, Orlando, que debía asistir a los Olímpicos de Río de Janeiro renunció al sueño mayor de todo atleta y siguió los pasos de Sema Nancy.
Al menos por el momento las plataformas, y las medallas regadas con sudor que en ellas se cosechan, tendrían que esperar.
Finalmente ambos regresaron a la capital y agarraron las palanquetas cuando apenas faltaban nueve meses para actuar frente a la afición nica en los Juegos Centroamericanos de Managua, en diciembre de 2017.
En esa oportunidad, y con su padre en las tribunas, Orlandito levantó 108 kilos en el el envión, categoría de 56 kilogramos, para romper un récord de 22 años en poder de su progenitor y subió tres veces a lo más alto del podio.
A Sema Nancy la deuda con el gimnasio no le permitieron escalar a la cima de la tarima, aunque sí cosechó dos preseas plateadas y una bronceada.
Pero su mejor medalla ya la regalaba de mimos, cuando dejaba reposar los discos repletos de kilos y chineaba (cargaba) al pequeñuelo de rizado cabello y sonrisa fácil.
mem/fgn