Según el reporte, desde el comienzo de la pandemia dos tercios de los países de ingresos bajos y medios bajo redujeron los recursos destinados a la enseñanza pública, mientras solo una de cada tres naciones de ingresos medios-altos y altos lo han hecho.
Estos recortes llegan cuando más aumentan las necesidades de financiación, y aunque por el momento no son significativos, la crisis económica generada por la Covid-19 pudiera incrementarlos cuando la situación empeore, señalaron en el documento el ente multilateral de la ONU y la institución financiera.
De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura y el Banco Mundial, la pandemia disparó la enorme brecha que ya existía antes del ataque del coronavirus SARS-CoV-2 en cuanto a los recursos dedicados a la educación.
En 2018-2019, los países de ingresos altos gastaban anualmente el equivalente a ocho mil 501 dólares en la educación de cada niño o joven, mientras los de ingresos bajos apenas 48, una diferencia agravada en el actual escenario, precisaron.
Los desafíos identificados incluyen, además de la movilización de dinero, la eficacia en el empleo del mismo.
Al respecto, la Unesco y el Banco Mundial lamentaron que recientes aumentos en el gasto público en educación se asocien con pocos progresos en el sector.
Para la subdirectora general de la Unesco a cargo de la Educación, Stefania Giannini, una de las respuestas al reto de las naciones más pobres es contar con financiación externa.
‘Sin embargo, es probable que los países donantes –algunos empezaron a hacerlo– trasladen su presupuesto de ayuda a prioridades nacionales. La salud y otras emergencias también compiten por los fondos’, manifestó.
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