La celebración tiene su origen en el inicio de la época soviética y constituye un homenaje para los veteranos de las guerras, los militares y los familiares de quienes protegen al país.
A unos meses de la revolución bolchevique, el 23 de febrero de 1918, el recién creado Ejército Rojo alcanzó sus primeras victorias frente a las tropas alemanas en las cercanías de las ciudades de Pskov y Narva, combates registrados como el bautismo de fuego del naciente ejército.
Para 1922 la fecha se estableció Día del Ejército Rojo y de la Marina y ya para 1949 recibió el nombre de Día del Ejército Soviético y de la Marina de Guerra.
Tras la desaparición de la Unión Soviética, el Gobierno ruso decidió mantener la efeméride como Día del Defensor de la Patria, y en 2002 se decretó oficialmente esta fecha como jornada de descanso.
Cada año, la celebración comienza de manera oficial cuando el presidente del país coloca flores en la llama eterna de la Tumba del Soldado Desconocido, ante la muralla del Kremlin, de Moscú, centro de constante peregrinación en esta fecha.
Ubicado en los Jardines de Alejandro, al conjunto monumentario se acercan con ramos de flores moscovitas, viajeros de diferentes lugares del país y de otras naciones, como muestra de tributo y respeto a los soldados caídos en la Gran Guerra Patria.
De manera extraoficial, este día también se festeja en Rusia como el Día del Hombre, dedicando el sentido de defensor de la patria solo a los varones. De ahí que durante la efeméride las mujeres rusas tradicionalmente hacen regalos a sus esposos, amigos o colegas.
Además de Rusia, el Día del Defensor de la Patria se conmemora en varias de las antiguas repúblicas soviéticas como Ucrania y Belarús, aunque la fecha sigue siendo jornada laboral.
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