En esta conmemoración se esperan situaciones similares aún cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador llamó a las diversas organizaciones feministas a manifestarse de forma pacífica, pero eso no ha sucedido en estos dos años de nuevo gobierno.
El asunto es que los feminicidios no bajan en el país ni tampoco las violaciones de género, tanto de fuerza con maltratos físicos, como de discriminación laboral y social, acoso, desapariciones y otras expresiones de desigualdad.
Lo más preocupante es que los grupos feministas y sus marchas son infiltrados por mujeres encapuchadas y violentas armadas de martillos, tubos, spray de pinturas y gases, las cuales desbaratan todo lo que encuentran a su paso.
Ya los monumentos, establecimientos públicos y privados con cristales, mausoleos como el dedicado a Benito Juárez, edificios públicos, hoteles, y todo lo que pueda ser destruido o pintado, están siendo tapiados por empresas que han encontrado en ello un nuevo nicho para ofertar servicios de seguridad y protección.
Los edificios oficiales del Zócalo capitalino, en particular el Palacio Nacional y los de gobierno de la ciudad, están virtualmente forrados con tableros de madera o metal, y cientos de policías mujeres ya están asignadas a los tramos, donde las marchas son puntualmente violentas, como algunos puntos del Paseo de Reforma y el centro histórico.
Las vallas se colocaron a lo largo de la avenida Plaza de la Constitución, así como en las calles Moneda y Corregidora, y otras que parten desde los cuatro puntos cardinales del Palacio Nacional.
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