Esta nación que antes de la guerra impuesta se autoabastecía de los yacimientos gasíferos para generar un 60 por ciento de la energía eléctrica e incluso suministrarla a países vecinos como El Líbano, tiene actualmente severas restricciones al respecto.
Hasta el 2017, luego de recuperar terreno en zonas de yacimientos de hidrocarburos, antes controlados por el grupo terrorista del Estado Islámico, Daesh en árabe, la producción subió a 17 millones de metros cúbicos de gas y 24 mil barriles de petróleo por día.
Pero tales datos oficiales son insuficientes para cubrir las necesidades del país, lo cual ocasiona cortes de luz de entre 16 y 20 horas diarias, limitaciones en el suministro de combustible para el sector de transportes y la producciòin industrial.
Actualmente, el Gobierno controla importantes campos gasíferos como Shaer, el mayor del país, en la central provincia de Homs y los de Al Ward y Teim, en Deir Ezzor, y otros en Raqa, más está lejos de alcanzar la producción de crudo de 385 mil barriles por día o los 21 millones de metros cúbicos de gas de hace cerca de 10 años.
En cambio y con el respaldo de Estados Unidos, las llamadas Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), de mayoría kurda, tienen bajo su dominio los de Al Omar, Al Tanak y Jafra, en la provincia oriental de Deir Ezzor, y en Hasaka y Raqa el de Remelian, junto a otros más pequeños.
De estas últimas áreas mencionadas, saquean no menos de 140 mil barriles diarios de petróleo, procesan derivados en la planta de Shadadu y en un camino utilizado hacia el cruce de Al Walid, en la frontera norte con el denominado kurdistán iraquí, de acuerdo con insistentes denuncias de Siria.
Para el investigador Tahseen Al Halabi, directivo del Centro de Estudios sobre Recursos en Damasco y experto de la sección sobre estudios de Israel, la guerra impuesta a Siria es una pantalla para dominar los recursos naturales y destruir a esta nación levantina.
En ese sentido, expone con claridad la alianza estadounidense-israelí y de los grupos extremistas para impedir y bloquear además, los accesos de Siria a los vastos campos de gas en el mediterráneo oriental y que abarcan zonas marítimas de este país y El Líbano aún sin explorar totalmente.
No es por tanto casual que en esa tríada contra Siria al Daesh le toque el papel de saboteador habitual de las fuerzas del Ejército nacional en las regiones del norte y el vasto desierto de Al Badiya.
La realidad en el terreno evidencia tales acciones y hace más complejo el dilema de Siria para enfrentar, como nunca antes en el Oriente Medio, el afán dominador e injerencista desde Estados Unidos, Occidente y sus aliados en la región.
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